No dura cuando llega sola, muchos la quisieran tener pero no van por ella y otros no la tienen porque sus circunstancias son las de siempre. La buena suerte que llega sola no dura demasiado tiempo porque no depende de uno, la buena suerte que dura siempre, es la que crea uno mismo. Hay un dato muy revelador que salió en un reportaje de la televisión española. Es un reportaje sobre varias personas a las que les había tocado la lotería y a las que, diez años después, volvían a visitar. Pues bien, el 90% de los premiados estaba arruinado, o peor que antes o igual que al principio; y, además, peleado con toda su familia. La gente que se saca la loteria –lo cual deseamos muchos mexicanos- cae en la actitud de abandonarse al destino porque, cuando llueven muchos millones de golpe, lo que se piensa es que ya no merece la pena hacer nada y se adopta una actitud de abandono gracias a la cual se gestiona muy mal esa gran suerte.
Mucha gente que desea tener buena suerte no esta dispuesta a ir a buscarla, a preparar el camino para que ésta llegue. Hay tres datos muy interesantes al respecto. El primero es un estudio que se hizo en Harvard en 1953 para el que se entrevistó a todos los estudiantes que ya se graduaban. Se les preguntó cuántos de ellos tenían claro lo que querían hacer para ir en pos de su meta, de sus deseos. Solamente el tres por ciento dijo que lo tenía claro frente al 97 por ciento restante, que aseguró que ni siquiera lo había pensando, pero que, después, sobre la marcha, lo iría viendo. Esa misma muestra de estudiantes fue de nuevo entrevistada veinte años después, en 1973, y se le pidió que enumerara todo lo que había podido acumular a escala patrimonial, de prosperidad y de negocios. El tres por ciento que había contestado que sabía lo que tenía que hacer o que, por lo menos, lo tenía claro y ya lo había decidido aglutinaba más del 98 por ciento del valor económico de todo el grupo: un tres por ciento concentraba el 98 por ciento de la riqueza de todo ese grupo.
El segundo dato es un estudio hecho también en Estados Unidos, en donde, por cierto, son muy propensos a este tipo de investigaciones. En 1960 se le preguntó a 1.500 másters en administración de empresas que preferían: si ir primero en pos de su sueño y, después, ya cuando su sueño o lo que ellos deseaban se hubiera cumplido, dedicarse a ganar dinero, o primero ganar mucho dinero y, después, ya cuando tuvieran dinero, hacer lo que les gustaba. El 83 por ciento respondió que primero ganar dinero y, después, con el dinero ganado, hacer lo que a cada uno le gustaba, y sólo el 17 por ciento dijo que iría directamente a lo que era su sueño. Después de veinte años, en 1980, entre esos 1.500 MBA había 101 multimillonarios; además, al menos de esos 101 multimillonarios, 100 estaban en el grupo de los que habían dicho que primero irían a por su sueño y después, si acaso, ya pensarían cómo ganar dinero. Esto indica realmente que hay que ir por lo que deseamos: eso es lo que trae la prosperidad (sea mucho o sea poco).
El tercer dato son dos cifras impresionantes, ambas provenientes de fuentes públicas, en España, en el año 2003, hubo 118,500 nuevos números de identificación fiscal – lo que en México se conoce como RFC - casi todos correspondientes a personas independientes, profesionales trabajando por su cuenta o emprendedores de empresas. Por otra parte, el Ministerio del Interior: reportó 53,000 millones de apuestas de juego desde un cartón de bingo hasta máquinas tragamonedas y loteria. Es decir, 53,000 mil millones frente a algo más de 100,000 iniciativas: una cosa es apostarle a la suerte, y otra muy distinta, tener iniciativa en pos de la suerte.
Por otra parte, si ahora no tienes buena suerte, tal vez sea porque las circunstancias (tus circunstancias) son las de siempre. Para que la buena suerte llegue es conveniente crear nuevas circunstancias. Pero el primer requisito para crear nuevas circunstancias, es conocer primero en que circunstancias te has estado desenvolviendo, uno no puede crear nuevas circunstancias si no entiende muy bien en qué circunstancias está anclado. ¿Y por qué muchas veces nos quedamos clavados en lo mismo? Porque el pensamiento humano es reproductivo más que productivo, tendemos más a reproducir patrones que ya conocemos. Por el contrario, el pensamiento productivo, que es el que intenta no tener en cuenta lo que conoce y partir de cero, es el pensamiento que más peso tiene si quieres salir de tus circunstancias actuales.
Charles Darwin llevaba siempre consigo una libretita en la cual apuntaba todo aquello que él no compartía o que pensaba que no era cierto. Cuando oía un comentario con el que no estaba de acuerdo, rápidamente lo apuntaba. ¿Por qué? Porque el inconsciente es muy traicionero y tiende a hacer a un lado lo que no nos cuadra, y Darwin sabía que, si él se basaba sólo en lo que ya sabía y creía, seguiría anclado en su paradigma actual. Y sólo él podría sacar de su paradigma pensamientos que él no compartía. Fue en esa libreta (una libreta llena de errores o de pensamientos que no compartía) donde se inspiró la teoría de la evolución. De hecho, en esa libreta hay hojas, reproducidas en muchos sitios, sobre las que están reflejados los primeros diagramas de la teoría de la evolución.
Otro ejemplo, en el campo del deporte, concretamente en el salto de altura. Hasta 1968 se saltaba mediante la técnica de tijera o de rodillo ventral. Uno de los atletas más célebres de la historia fue Dick Fosbury quien inventó el Fosbury flop (el salto de Fosbury). Dick no hubiera pensado en saltar de espalda sin tomar conciencia de sus circunstancias en las que todo el mundo saltaba de cara. Esto es imprescindible porque, sin tomar conciencia de algo tan sencillo (sus circunstancias), Fosbury no habría estado en condiciones de decidirse a saltar de espalda. El problema es que nadie hasta entonces se planteaba que saltaba de cara. Lo hacían de esa manera porque nadie lo hacia de forma diferente. Realmente, cuando uno toma conciencia de las circunstancias en las que se encuentra, es muchísimo más fácil empezar a cambiarlas. Cuando uno empieza a introducir cambios, siempre hay problemas, el resto del mundo te observa con descalificación, perplejidad, asombro e incredulidad. Cuando Dick Fosbury empezó a saltar de espalda recibió unas críticas durísimas; sin embargo, eso es lo que ha permitido llevar el salto de altura desde 2,24 mts. que era la marca impuesta por él en 1968, a 2,45 Dick Fosbury fue un atleta que pasó a la historia y ganó la medalla en los Juegos Olímpicos de México.
Si tu “suerte” no ha sido la que quieres, ve por la que siempre has querido, corre tras ella, cambia tus circunstancias, hazlas de diferente manera, mantén en mente el Fosbury Flop.
Comarca Lagunera. Agosto de 2007.
Correo electrónico: jgonzalez2001@hotmail.com