Finanzas Buen Fin Aguinaldo FINANZAS PERSONALES Buen Fin 2025

CONTEXTO LAGUNERO

juan manuel gonzález

Así como existen empresas que aprenden y se desarrollan, hay otras que se matan solas. Decir que se “matan” es un término rudo y poco académico, pero le da al lector una idea directa y cruda de lo que algunas empresas son capaces de hacer, administrativamente hablando.

Las empresas no solo influyen en su propio entorno, no son ajenas a la vida y a la sociedad, al contrario, la complementan y la desarrollan de muchas formas pues sin ellas las comunidades vivirían en una constante monotonía y sumidas en el subdesarrollo. Hay muchos ejemplos locales de empresas que han influido positivamente en el desarrollo de nuestra región. En los últimos años las empresas pasaron de ser centros de lucro y confort para sus dueños y accionistas, para adoptar un concepto de responsabilidad social que alcanza el seno familiar, por lo tanto el termino “empresas que aprenden” no solo sonó extraño a la realidad administrativa sino que, finalmente, se ha comprendido que la gente es la empresa y por lo tanto en la medida que la gente aprende, la empresa como un todo también lo hace.

Pero, amigo, créalo, existen empresas en las que ninguna de estas verdades contemporáneas ha influido, incluso en el sentido más básico y elemental, empresas donde el trabajo no pasa de ser una exigencia y no una forma de realización personal y donde se pretende contratar al talento no para que agregue valor sino para que realice una tarea al más puro estilo de una esclavitud indirecta. Esas son las empresas que se matan solas.

Es importante ampliar el concepto de estas empresas, pues no se trata de la muerte física, como usted lo podrá notar, sino más bien de elementos claves para una administración exitosa que algunas empresas, inexplicablemente, se niegan a reconocer. Se les llama empresas que se hacen el “hara kiri”-en japonés, literalmente esto significa cortarse el vientre para morir-, se matan solas porque echan por tierra, a través del uso de su estilo particular, toda la experiencia acumulada de los profesionales que contratan, haciéndolos parecer torpes, incapaces e ignorantes y las operaciones y resultados de la empresa, dejan mucho que desear. Nadie se explica-y quizá ni los mismos dueños- por que este tipo de empresas contratan gente capaz a la que no se le da juego para que hagan lo que mejor saben hacer, por que se niegan a mejorar, a tomar la medicina que acabe con sus males. Pareciera ser que el objetivo de los dueños es acabársela, y entre más pronto, mejor. Entre otras cosas, estas empresas:

Matan la iniciativa y la creatividad: Desaprueban cualquier propuesta, idea o sugerencia que se les haga para cambiar, mejorar o reingeniar un proceso. Descalifican toda iniciativa, obvian las explicaciones y se concretan a manifestar que esa es la forma en que se trabaja en esa empresa, dando con ello por terminada la conversación. Y luego, paradójicamente, se quejan de que los empleados no aportan.

Matan la dignidad de los empleados: Exponen de manera abierta y directa el maltrato a propios y a extraños, ni siquiera saludan y mucho menos, tratan de llamar a las personas por su nombre, demuestran poco respeto por la gente y su personal, aún cuando su consigna, en teoría, es la calidad. El común denominador en el trato interno son las palabrotas, la altanería y en el mejor de los casos, la indiferencia.

Matan los sueños y expectativas: Ponen trabas para el desarrollo personal y profesional del individuo, no de manera directa, asignan metas a largo plazo que se yuxtaponen a las que su personal se ha establecido originalmente, basados en los elementos de la contratación, ahogando así deseos de crecimiento y superación que las mismas metas generaron. Pero, de vez en cuando, muy de vez en cuando, autorizan algún curso al personal, para tranquilizar su conciencia y creer que con ello, están cumpliendo.

Matan el trabajo en equipo: Mantienen una constante división del personal, haciendo y motivando comentarios negativos o de alerta con respecto a un área de la otra, alimentando con ello desconfianza y desinterés entre los miembros de la misma empresa.

Matan la comunicación: Cuestionan, reprenden e incluso amenazan a su personal en cuanto al manejo de la comunicación, impidiendo el intercambio profesional de información y dudando de la utilidad de la misma. Están peleadas con las juntas y con el seguimiento de los objetivos ignorando que un arquero difícilmente dará en el centro, si ni siquiera sabe donde está el blanco.

Matan la disponibilidad: Exigen sacrificios innecesarios a sus trabajadores, jornadas que superan el periodo normal de trabajo y terminan creyendo que es obligación de todos trabajar doce horas diarias los siete días de la semana, privando de vida social y descanso a su personal.

Matan la planificación: Otorgan a todo el mismo nivel de prioridad, o lo que es lo mismo, no hay prioridad, todo es prioritario exigiendo los mismos plazos para ofrecer respuesta a diferentes requerimientos, sin importar para ello el nivel de dedicación, las herramientas y la capacidad que cada persona posea.

Matan la motivación: Al tratar a los empleados como meros peones en un tablero de ajedrez, sin valorar sus destrezas, potencialidades y habilidades, estas empresas destruyen los lazos que unen a las personas con su actividad y con ello la motivación que el individuo trajo consigo. No hacen nada para que el trabajador “se ponga la camiseta” y la sude con orgullo.

Las empresas no son entes distintos a las personas que lo integran, mas bien son un reflejo de quienes trabajan ahí por lo que todas estas practicas deshonestas son obra de la cultura y valores de los responsables de administrarlas, lo que hace casi imposible poder generar un verdadero cambio de actitud, ya que el mismo debe provenir de adentro hacia fuera, y ello resulta particularmente difícil.

Pero no todas las empresas que se hacen el hara kiri son fáciles de reconocer, algunas tienen una fachada atractiva que atrae buenos elementos, personas con valiosas ideas, dispuestas a dar todo cuanto puedan y con una considerable experiencia, pero cuyo paso por esas organizaciones es corto e infructífero, los echan a perder, pues la misma naturaleza de la empresa impide su desenvolvimiento y uso de sus destrezas

He aquí las características más comunes de las empresas que matan:

Aunque poseen distintos niveles de supervisión, la responsabilidad recae exclusivamente en una o dos personas que son las únicas que pueden tomar decisiones.

Algunas de ellas, dan la impresión de ser prosperas u organizadas pues suelen contar con gratos ambientes o alta tecnología, aunque ello solo sea ficticio.

Sus procesos de selección se encuentran en los extremos: O son muy rápidos, lo cual impide analizar correctamente, o son demasiado lentos, impidiendo de igual manera establecer apropiadamente el nivel de expectativas.

Aprovechan la necesidad de estabilidad, ingresos y sentido de pertenencia de su personal para someterlos a presiones, horarios y exigencias extremas.

Casi siempre poseen un alto índice de rotación a todo nivel, acompañado de explicaciones elaboradas e incluso inverosímiles de las razones que motivaron la salida (voluntaria o no) del empleado. Incluso, muchas veces, no les importa por que se van los empleados.

Es importante señalar que el paso por este tipo de organizaciones no es del todo traumático para los profesionales que lo experimentan, ofrecen la oportunidad de conocer el tipo de administración que debe ser erradicada, desterrada del mundo contemporáneo y los enfrenta a todas las situaciones que originaron verdaderas revoluciones en el pensamiento gerencial, mismas que permiten hoy diferenciar a este tipo de empresas de las que verdaderamente merecen ser reconocidas porque no se hacen ellas solas el hara-kiri.

jgonzález2001@hotmail.com

Leer más de Finanzas

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Finanzas

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 294711

elsiglo.mx