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Contexto Lagunero

Juan Manuel González

Mentiras

Ganar una carrera de maratón sin haberla corrido completa, prometer algo sabiendo que no se cumplirá la promesa, decir verdades a medias, justificar los medios usados con el fin que se pretende, mentir, mentir y mentir, hasta creer nosotros mismos que la mentira tantas veces dicha, es en realidad una verdad. Presumir lo que no somos debido a la inseguridad y desconfianza en nuestra capacidad de ser aceptados tal como somos, nos conduce a la tentación de adornar aquí y allá nuestra historia y nuestras habilidades de forma que podamos causar una impresión favorable en las demás personas. Un ladrón podrá aseverar más robos de los que realmente ha hecho si tiene que presumir delante de los compañeros carcelarios, o alguien puede contar haber realizado más proezas sexuales de las habidas entre un grupo de hombres que se retan en su capacidad viril, o tan simple como marcar mal las pelotas que dan en la raya de la cancha de tenis en lugar de reconocer que el contrario nos ha superado en el juego, o alterar los resultados de la contabilidad para evadir el pago de impuestos, o “maquillar” los resultados del juego en un importante campeonato de golf sin que a la persona que lo hizo le preocupe en lo mas mínimo la responsabilidad social que pesa sobre sus hombros por ser una figura publica, o un estudiante puede hacer que sus notas mejoren por medios indebidos para impresionar a sus padres y a sus amigos. Como dice Alexander Pope: “El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”. Sin embargo, los mentirosos se creen tanto de sus propias mentiras que el remordimiento y el cargo de conciencia ni se asoman a su mente, hacen lo que decía José Ingenieros: “Los mas rezan con los mismos labios que usan para mentir”. El maratonista tramposo, el ladrón que exagera el numero y monto de sus robos, el que cuenta proezas sexuales inexistentes, el que se roba las rayas en el tenis, el que altera la contabilidad, el que maquilla los resultados de su juego de golf en un campeonato y el estudiante que consigue por medios indebidos buenas notas, son todos igual de mentirosos.

Mentir es un recurso fácil de valer al que mucha gente acude, se acostumbran tanto a decir mentiras que ya ni siquiera se sonrojan cuando las dicen y además la fuerza de su convicción en dicha mentira va en proporción directa al numero de veces que la repiten y olvidan que el riesgo que se corre es la posibilidad de ser descubierto. La persona que es sincera no tiene que vigilar la versión que da de sus anécdotas porque los transcribe al dictado de su memoria, en cambio el mentiroso debe controlar qué versión da de su historieta, para que coincida con la escuchada por cada persona ante la que ha presumido. El mentiroso consuetudinario miente tanto que se olvida incluso de la frase del escritor francés Jules Renard: “de vez en cuando di la verdad, para que te crean cuando mientes”.

También mintiendo sobre lo que hacemos llevamos a cabo algo que proporciona un pequeño resto de placer que nos da un poquito de lo que nos gustaría. Imaginando que somos ricos, que hacemos los grandes negocios, que la prosperidad nos acompaña, sentimos un gusto que el disgusto de ser sólo fantasías no acaba de eliminar y que se convierte en sabroso manjar para satisfacer necesidades que esta forma engañosa nunca realmente satisfará, pero que a base de engaño tras engaño, fantasía tras fantasía nos hace sentir el sueño tan real que lo vivimos como si realmente fuera cierto.

Lo que desearíamos hacer y no hemos hecho, lo que en ensueños nos prometemos sin hacer lo necesario para lograrlo, lo que según nuestros cálculos inflados seguramente nos pasará, puede hacernos correr tanto en el tiempo de manera que disfrutemos anticipadamente lo que todavía no somos, y ello nos prepara mal para el transcurso despiadado de la vida. Este problema no le sucede a quienes su mirada alcanza al escalón de arriba sólo cuando se han percatado que ya pagaron el precio de haber subido el escalón que ahora se encuentra abajo. No hay cristales de más aumento que los propios ojos del hombre cuando mira su propia persona. El mentiroso es aquel que es incapaz de afrontar la realidad por lo que se condena a la adversidad de vivir bajo la mentira.

Uno de quienes mas han aportado al desprestigio de la política, sin sonrojarse siquiera y dejando entrever que èl es el primero que lo cree, con patético cinismo dijo que el mensaje que daba diciendo que no había hecho trampa en la maratón de Berlín, lo daba a todos los atletas que saben del esfuerzo que cuesta competir. Ignora Roberto que lo que nos preocupa no es que le haya mentido a todo el mundo, sino que, de ahora en adelante, ya menos podemos creer en el ni en el resto de los políticos mentirosos. En Roberto y en todos los políticos como el, aplica lo que dice Joaquín Sabina en su canción: “Es mentira que nunca te he mentido, es mentira que no te mienta más”.

La cura del mentiroso es sustituir la mentira por la búsqueda de la excelencia. Reconociendo su necesidad de brillo y atracción, debe dedicarse con firmeza a mejorar para hacer reales sus meritos (deportivos, de empresa, de cultura, de buenas relaciones, etc.) con mucha perseverancia y aportando pruebas evidentes de lo que antes solo existía en su mentirosa mente.

Jugar limpio, ser naturales, es el mejor camino para ser aceptados por los demás. Lo primero es que nos acepten aun siendo humildes y sin meritos sobresalientes y una vez conseguida esta aceptación básica, entonces se puede intentar la búsqueda del mérito, que ya no será un mérito agresivo (de esos que aunque la persona valga mucho nos da igual porque nos cae antipática) sino un afán de ser mejor, de buscar una mayor cualidad, de jugar limpio, una activa entrega para participar, colaborar, sugerir y animar la vida familiar, los equipos de trabajo, los grupos de amigos o la excelencia profesional.

No hagamos cierta la frase de Anatole France: “Sin mentiras, la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento”.

Correo electrónico: jgonzalez2001@hotmail.com

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