PRI, PAN, PRD... los partidos que vienen participando en la denominada alternancia del poder. El estilo priísta de gobernar durante setenta años se rompió en el 2000 con la llegada de Vicente Fox al poder, y ahora sí que a los mexicanos de hoy nos ha tocado probar “de dulce, de chile y de manteca”, como dice el refrán.
Dos noticias recientes y bochornosas colocan a México en la mira del mundo. Por una parte lo que se viene investigando con respecto al patrimonio con que Vicente Fox inicia y termina su sexenio, y por la otra el desempeño fraudulento de Roberto Madrazo en una justa deportiva en Alemania.
Con relación al primer caso solamente sucede lo que ya sabemos; mientras un individuo está en el poder el pueblo observa; cuchichea en pequeños grupos; señala tibiamente cuestiones obvias de mal manejo de recursos; de gastos suntuarios; de protagonismo, nepotismo o qué sé yo... y en cuanto sale del poder “se descose” señalando los grandes errores que siempre estuvieron allí y que fueron creciendo como marejada hasta desbordarse en excesos absurdos, y ahora sí se pide que se investigue; que se establezcan una y mil comisiones especiales; que se modifique el fuero constitucional, que se rectifique el rumbo de la historia, y demás.
He aplaudido a la hermana República del Perú con relación a la reciente extradición de Alberto Fujimori para ser procesado por delitos de violación de los derechos humanos y corrupción durante su gestión como primer mandatario (1990-2000). En México el fuero constitucional es en potencia una licencia vitalicia para pasar por encima de la ley sin ser sancionado. ¿Qué se va a lograr con las investigaciones del caso Fox-Sahagún? Seguramente lo mismo que se ha logrado con otras tantas, generar empleos, gastar presupuestos, y dar materia prima a la prensa...
Ahora bien, tenemos el caso de Roberto Madrazo, ex gobernador tabasqueño, ex candidato presidencial en las elecciones del 2006, conocido deportista: Acude a un maratón a Berlín, es el primero en llegar a la meta; es coronado campeón, se toma la foto mostrando la mazorca mientras muestra al mundo las preseas. Los organizadores descubren el fraude, lo confrontan, él todavía lo niega, tal parece que no es tan fácil convencer a los alemanes como a sus paisanos... y finalmente el título le es retirado. O sea, primero la trampa deportiva; luego la actuación telenovelesca del esfuerzo coronado, y finalmente cuando lo descubren, todavía el descaro de negar lo que técnicamente está más que comprobado. Viene entonces la pregunta: ¿cuántas veces habrá hecho lo mismo?...
Viene a la mente el concepto de autoridad moral frente a la autoridad formal; históricamente hemos cometido el error de dejarnos guiar por la autoridad formal, aún cuando no quepa en ella el sustento moral para ejercerla. Esto es, me nombran para tal o cual cargo público, posiblemente no tengo las atribuciones para ejercerlo, o traigo arrastrando un mal historial en cuanto a honestidad y desempeño. Pero si ya llegué allí me planto, y espero que el pueblo respete mi autoridad; y lo más grave, el pueblo lo hace. Y por eso surgen los Foxes, los Marines o los Montieles... porque nos dejamos gobernar por la autoridad formal sin exigir que exista de modo paralelo una autoridad moral para exigir lo que yo cumplo; para pedir cuentas sólo después de que yo las haya rendido a cabalidad.
Quizás sigamos hablando interminablemente sin llegar a más que ahondar nuestra incomodidad. Vayamos mejor a echar un ojo a nuestra propia familia y revisar si no hemos contaminado nuestro ejercicio de la autoridad con esta doble moral, pretender que los hijos respeten mi autoridad formal cuando no me he ganado su respeto ejerciendo una autoridad moral sólida, congruente y sustentable.
Les digo que no fumen con el cigarro en la mano; les digo que no tomen después de prepararme la tercera cuba de la noche. Les digo que no mientan cuando acaban de conocer mis dotes de cuentista frente a un acreedor; y les digo que no falten a sus deberes mientras que yo me tomo unas vacaciones extra gracias a un “favorcillo” de mis cuates, a quienes ya me tocará corresponder en su momento...
Si después de todo esto pretendo exigir a los hijos lo que yo no cumplo, pasa una de dos: O me echan en cara mis incongruencias con enojo, o se valen de ellas para chantajearme. Entonces, que no me sorprendan los resultados de mi doble moral.
Sabias palabras de Platón: El hombre inteligente habla con autoridad cuando dirige su propia vida.
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