Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Contraluz / EL SÉPTIMO DÍA

Ma. del Carmen Maqueo Garza

Una mudanza es un proceso de renovación interior, aparte de lo correspondiente al área física, comienzan a salir objetos que tenía uno olvidados por completo, lo que convierte el cambio en algo divertido. Tal fue el caso de un juego de platos que recibí como regalo de boda hace dieciocho años; en aquel entonces mi señora madre se encargó de envolverlos en hojas de papel periódico, y por alguna razón permanecieron en su encierro hasta la actualidad. Como una enamorada de la palabra escrita que soy, abrí con singular gozo aquel papel amarillento que crujía al desdoblarlo y me puse a leer; resulta fascinante un periódico impreso que proviene de otra latitud o de otro tiempo. Observé con atención este ejemplar que daba cuenta de noticias de hace casi cuatro lustros; las confronto con las noticias actuales y encuentro una diferencia abismal entre ellas. Aquéllas hablaban de una volcadura con un muerto y cuatro heridos y de la amenaza de tormenta tropical que por cierto culminó en el destructivo huracán Gilberto. Las de ahora se vuelven cada vez más cruentas y alarmantes, de suerte tal que en ratos no quisiera ni abrir el periódico por las mañanas.

Dentro de este mismo proceso de mudanza hoy he adquirido un patio lleno de verdores propios y prestados; dejé atrás el inspirador escenario de los tres nogales que me acompañaban cada mañana de sábado mientras escribía la colaboración semanal. Ahora tengo a uno de estos árboles extendiendo sus grandes brazos sobre mi patio, en tanto el copete de un limón asoma travieso por encima de la barda del frente, y más allá dos esbeltos papayos presumen sus delicias en tupidas coronas. Al despuntar el alba percibo con atención la manera como comienzan a parlotear aves de muy diversas especies, en tanto un viento suave mece las hojas después de la tormenta de la madrugada. Se escucha el cu-cu de las palomas que se invocan una a otra desde árboles a la distancia, y ocasionalmente el trino de algún gorrioncito llega a mis oídos. Este contacto con la vida sana mis sentidos del rigor de las noticias, a la vez que me lleva a preguntarme en qué momento la raza humana se alejó tanto del orden que dicta la naturaleza.

Habla el Génesis de la creación del mundo en seis días, y de que Dios descansó el séptimo; todos suponemos que este descanso es figurativo, puesto que Dios como tal, no debe de experimentar cansancio alguno. Ha sido controversia entre evolucionistas y creacionistas el apego textual a estos pasajes de la Biblia, para los primeros el proceso fue ocurriendo paulatinamente desde aquel gran caldo de elementos hasta la actualidad, de manera que el término “días” se refiere a etapas, y no precisamente a jornadas de veinticuatro horas. Para los segundos todo se apega estrictamente a la letra escrita, y los eventos sucedieron tal y como se marca en Génesis. En lo personal considero que el lenguaje figurado está presente para facilitar la comprensión de un complejo proceso físico-químico que culminó en el ser humano como expresión máxima del mismo, todo lo cual no se produjo por casualidad sino por la actuación una inteligencia superior. Y que el séptimo día no fue una jornada de veinticuatro horas, sino que es precisamente lo que estamos viviendo, el tiempo cuando el Señor, habiendo otorgado al hombre el libre albedrío, se retiró para permitir que su criatura hiciera uso de esta voluntad propia en el mundo.

Y he aquí que hemos venido utilizando el libre albedrío de maneras muy distintas, y que gran parte de nuestra actuación como generación actual nos está llevando a poner bajo amenaza el planeta y todo lo que sobre él tiene presencia. De alguna manera los propósitos como raza humana se han vuelto hacia lo inmediato, a vivir con ansiedad, como queriendo acabarse el plato de sopa precipitadamente, antes de que venga algún otro a querer arrebatárnoslo.

Entonces habría que ver como sociedad en qué punto estuvo la falla, de manera que dejamos de creer en el bien común como propósito de vida para enfocarnos al bien personal a cualquier precio, aún a costa de la vida propia o de los hijos.

Sociedad y gobierno están tratando de combatir la inseguridad pública, pero lo hacen en sus manifestaciones periféricas sin ir a la raíz; en tanto no comencemos a enfocarnos al núcleo familiar, para abarcar sus necesidades y motivaciones, y entender la génesis del fenómeno social, poco habremos logrado por el país que estamos entregando a nuestros hijos como bomba de tiempo.

maqueo33@yahoo.com.mx

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 277478

elsiglo.mx