Nuestro mundo guarda su historia de diversos modos; la más antigua ha quedado grabada en montañas y valles, los expertos dialogan con las huellas de los tiempos y nos narran cómo fue el planeta en sus orígenes.
La historia se escribió luego en piedra; grandes obras perviven como testigos de aquellas épocas. Llega nuevamente el saber humano y hace hablar a las losas, a los arcos, a las estelas.
Sigue la historia escribiéndose, entonces surge ese instrumento maravilloso que abre todas las puertas. Emerge como una necesidad la lengua, mediante narraciones orales de padres a hijos comienza a moldearse un patrimonio histórico que ha llegado hasta nuestros tiempos.
Deriva el dicho en canto, el épico de los griegos, la historia relatada por juglares y bardos; la palabra comienza a tener mayores alcances en el mundo: Difunde, comunica, hermana; pone en perspectiva la realidad de unos y de otros.
A partir de la invención de la imprenta la palabra cobra un nuevo valor; ahora puede superar barreras geográficas y temporales, ya nada le sujeta. El mundo de oriente y occidente comienzan a intercambiar conocimientos y a compartir valores.
Vienen las épocas de los grandes traductores; los textos universales escapan de las manos de los sabios hasta llegar a los legos, el conocimiento universal se expande. Un hombre de acá comparte con el de allá y se dan el discurso y el debate.
Con la entrada del siglo veinte el analfabetismo comienza a erradicarse de las sociedades; se borran los límites entre el rico y el pobre; entre el instruido y el iletrado. A cualquiera es dado alcanzar todo conocimiento.
Avanza la palabra hasta nuestros tiempos; hoy se habla y se escribe; se lanza a velocidades inimaginables gracias a la tecnología, de manera que llega a ser más rápida que el pensamiento mismo. Se pulsa un botón y la palabra ha sido difundida a todos los confines sin posibilidad de volver atrás.
La palabra hoy en día se inventa, se deforma y se violenta. Cumple su función y se adjudica mil funciones más que antes no le eran propias. La veo volar libremente a través del espacio; la miro construyendo en el aire estructuras que luego dan techo y sustento a los hombres y a los hijos de los hombres.
La palabra es blandida como arma e interpuesta como escudo; la palabra erige sociedades o destruye vínculos. En sus letras conjuntadas al azar está contenido un poder impensable que puede engrandecer el mundo como ninguna otra cosa, o acabar con él en un minuto.
La palabra se canta y conmueve; la palabra se grita y lacera; la palabra se calla y divide; la palabra se guarda y daña.
Tienes en tu mente la capacidad de formular pensamientos que abran caminos; tienes en tus labios la opción de emitir palabras que tiendan puentes.
Mora dentro de ti el mutismo de la indiferencia que te aísla en tu propio pequeño mundo para no ser tocado por la vida.
Palpita en tu entraña la muerte que te empuja a callar, a no decir... erige en torno tuyo una alta muralla de silencio, un nicho dentro del cual te enquistas para siempre.
Por tres palabras se creó la vida: “¡Hágase la luz!”.
Por dos palabras: “Camino medio” se erigió el oriente.
Por dos palabras: “Abba Padre” surgió el cristianismo.
Por una palabra, “Islam” trascendió Mahoma hasta nuestros tiempos.
Con “Ser o no ser”, palpita Shakespeare siempre vivo.
“Ladran los perros...” hizo sabio a Cervantes.
Por “La Novena” Beethoven se tornó símbolo universal de paz.
“Relatividad” llevó a Einstein a cambiar la visión del mundo.
“Solución Final” convierte a Hitler en el mayor genocida de la historia.
“Enola Gay” es el nombre de la madre más cruel que ha dado a luz.
Las palabras “Doble Hélice” en cincuenta años han cambiado la Ciencia.
Neil Armstrong con “Un pequeño paso...” nos llevó a creer en conquistar el Cosmos.
“Cien Años”, García Márquez nos obsequia una identidad latinoamericana...
Ahora bien, un “Te amo” es el comienzo del vínculo más poderoso entre dos humanos.
“Me importas” excelente antídoto contra la depresión.
“Tú puedes” poderosa inyección de entusiasmo para el hijo.
“Estoy contigo” la mejor forma de solidaridad.
“Te creo” una megadosis de fe.
“Perdón” el primer paso en el camino de la recuperación.
El ser humano comienza a trascender del límite de su piel hacia fuera; de la punta de su lengua al espacio sideral.
La palabra está en el hombre; en cada corazón su uso; en el espíritu que inspira a cada cual se halla su destino y trascendencia.
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