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Contraluz / HACIA ADENTRO

Ma. Del Carmen Maqueo Garza

Se acerca el primer domingo de marzo, dedicado a la familia. Mis hijos me escuchan mencionar la ocasión, y me cuestionan si no será una fecha como tantas otras, que quedan en el calendario como ornato; reconozco que tienen su buena parte de razón. Con el manejo vicioso que dan muchos políticos a los espacios de comunicación masiva para hacer promoción de sus personas más que de sus obras, el impacto de cualquier anuncio que huela a oficial, se desvirtúa; lo escuchamos sin poner atención, o pasamos por alto sus contenidos. Vaya, por un momento estoy tentada a dejarme convencer por el discurso juvenil, pero algo me detiene, algo demasiado poderoso me indica que hay que insistir en el valor de la familia, claro, no porque dice fulano o zutano, ni hacerlo un domingo al año, sino cada semana, todos los días, como una prioridad de cada momento.

...Entonces viene a mi mente la imagen de la chica, la vuelvo a ver como la vi esa tarde; los vehículos iban encendiendo sus luces contra un ocaso gris plomizo, el día había estado por demás variable, ?las cabañuelas? dirían mis abuelas; la chica se hallaba en una esquina, sobre un crucero con mucho tráfico vehicular. De entrada llamaba la atención su vestimenta, un pantaloncillo corto que dejaba al descubierto la totalidad de sus muslos, y que apenas cubría lo necesario entre la cintura y la cadera; una blusa escotada, que llegaba por encima del ombligo, y zapatos de tacón. Su atuendo era negro, como negro azabache el abundante cabello lacio, que movía juguetonamente hacia uno y otro lado para llamar la atención. Sus meneos sensuales resultaban contrastantes con su evidente juventud, no tendría más de dieciséis, en ratos parecía tomar conciencia de su propia vulnerabilidad, y procedía a cubrirse el torso con una chaqueta de mezclilla larga, que nada tenía que ver con el resto de la indumentaria. En aquel momento me acompañaban mi hija y una amiga suya; ambas se sorprendieron al verla, pero antes de que cambiara la luz del semáforo habían llegado a la misma conclusión que yo... la chica buscaba cliente.

Mientras aquellas imágenes penetraban mis pupilas, quise imaginar cómo sería la casa de la chica; me pregunté si estaría sola mientras se colocaba sus provocativas ropas. Supuse que tendría una madre, que ella posiblemente se encontraba trabajando horas extra en la fábrica, o bien, como sucede muchas veces, que se dedicara a lo mismo que la chica... pero no, en tal caso le hubiera prevenido sobre el riesgo de pararse en un crucero por su cuenta, sin protección alguna. De una forma u otra la hubiera aleccionado para ejercer con cierta seguridad, por más cuestionable que pueda resultar, el oficio más antiguo del mundo.

Y en ese instante ?poderosa es la mente- quise imaginar cómo estaría esta misma chica en un año, en cinco o en diez; qué habría logrado con el puñado de billetes que pueda conseguir por vender su cuerpo. Si terminaría en un hospital con una neumonía secundaria a SIDA; si acabaría consumida por las drogas, o tirada en una zanja, muerta.

...Entonces comprendí lo importante que es hacer de una fecha oficial una personal, viva, real y trascendente; esta chica es la punta del iceberg, pero en todos aspectos el valor de la familia, y más en la actualidad, es incuestionable. El mayor problema de nuestros tiempos proviene del hecho de que vivimos hacia fuera, esto es, asumimos una función de espectadores más que de protagonistas; nos comparamos con lo que otros hacen, en lugar de medirnos frente a nuestros logros potenciales. Hemos perdido la introspección, hemos olvidado asomarnos a la ventana de nuestra propia casa para evaluar lo que tenemos dentro; solemos estirar la cabeza como avestruces, hacia fuera, y medir de cuanto nos estamos perdiendo frente a otros.

El hábito de estar yo conmigo no se ejerce, avanzamos por la vida sin rumbo propio, sin un destino original, simplemente vamos por donde otros marcan en un afán de no quedar relegados, fuera del grupo, aislados.

...Tiempo de volver todos la vista hacia adentro. De comenzar a reconocer quién es cada uno de nosotros, qué valor tenemos como personas, qué capacidades poseemos para interactuar con el mundo y conquistar los sueños más elevados.

La imagen de esta chica, queda incluida en la galería de imágenes que me indican que hay mucho qué hacer por nuestros jóvenes, en una tarea que es responsabilidad de todos, cada cual desde su propia tribuna, trabajando con denuedo su propia parcela.

maqueo33@yahoo.com.mx

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