“He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada” García Márquez.
Afortunados quienes hemos podido vivir una transición histórica por demás importante: Dos siglos; dos milenios; un cambio radical en las formas de comunicación que nos aproxima a las personas y a los hechos de manera inmediata. En mi fuero interno bregan dos sensaciones encontradas; mi mente acoge con entusiasmo los acontecimientos, sin embargo en el ambiente se percibe un raro desencanto que amenaza con tocarme, una desazón que no conocieron padres y abuelos. De primera intención no lo comprendo, detengo la marcha por un momento para tratar de abarcarlo, de entenderlo.
El ser humano está rodeado de los mayores recursos para hacer algo significativo con su vida, y yo me pregunto hasta qué punto cada uno de nosotros está explotando dicha situación de privilegio como lo que es, una mina de riqueza inagotable. O si por el contrario, la facilitación del trabajo, el cumplir sin tener que esforzarnos como antes nos está conduciendo al desánimo, al abatimiento personal; a grado tal que parece que tuviéramos vida sólo durante momentos aislados, momentos que surgen a manera de chispazos en la noche; pero entre uno y otro de tales momentos estuviésemos como muertos, en medio de una profunda oscuridad y un hondo vacío.
“Pasión” es el entusiasmo que se pone al hacer las cosas, es un estado íntimo de goce independiente de los estímulos del exterior; es actuar con la convicción de hacer las cosas de la mejor manera; es ver cada oportunidad de trabajo como lo más grandioso.
Disfrutar lo que se hace traduce amor a la vida, es señal inequívoca de una autoestima bien plantada. ¿Por qué entonces se nos sugiere el trabajo como la antítesis del gozo, y el ocio como el estado ideal? Igual que cualquier maquinaria, la humana se oxida y se estropea si la mantenemos inactiva; el sistema nervioso deja de establecer conexiones neuronales; los reflejos se entorpecen; las ideas se colapsan, y el entusiasmo se diluye. No concibo que el estado ideal sea estar sentados viendo pasar la vida, nuestra propia vida, que pasa para siempre, para no volver. Porque en este asunto de vivir no hay vuelta atrás, nunca se recupera el tiempo perdido que se va de las manos como agua que quisiéramos retener contra su propia naturaleza.
Pasión por vivir: Inyectar a cada uno de nuestros pensamientos, a cada una de nuestras acciones suficiente entusiasmo como para vencer los obstáculos que se presenten; suficiente fe en nosotros mismos como para no claudicar en el camino, aún cuando en derredor otros reciban el aplauso y nosotros pasemos desapercibidos; otros sean vitoreados y nosotros sigamos por nuestro camino de tierra sin acaso ser notados.
El entusiasmo está dentro de cada cual como un motor incansable que mantiene andando nuestra maquinaria interna a lo largo de un viaje único y absolutamente personal hacia el centro de nosotros mismos.
Pasión es hallar un sentido de trascendencia a la acción que pareciera más nimia, es elegir, entre una cara larga y una risa, la risa; entre una palabra dura y una amable, la amable; entre la amargura y la alegría, la alegría. Es decidirse por el mejor par de lentes para ver la vida como triunfadores, enfocando cada escollo como un reto de crecimiento y no como un freno a la marcha. Pasión es ser creativo, diseñar estrategias para hacer mejor el trabajo, no porque me paguen más, no porque me aplaudan, sino por amor propio, por crecerme ante cada obstáculo, sin importar cuántas veces lo intente, perseverando hasta vencerlo.
¿Pero qué sucede en el entorno? No faltará quién señale como ñoño al que trabaja con entusiasmo, ni quien desestime el propósito de hacer las cosas bien hechas, cuando haciéndolas a la ligera se puede ganar lo mismo. El ser humano es muy grande como para tasarse en pesos y centavos, además hacer las cosas a medias, sin imprimirles nuestro sello personal, termina por generar un estado interno de apatía que convierte cada día en poco menos que un fastidio.
Pasión y vida: Andar la senda personal con alegría; poner entusiasmo a cada cosa que se hace; valorar como un privilegio tener trabajo, máxime si es el que yo elegí, y actuar en consecuencia. Hallar dentro de mí suficientes elementos para mantener el entusiasmo, convencido de que son las acciones hechas con amor las que cambian al mundo.
maqueo33@yahoo.com.mx