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Contraluz / REVOLUCIÓN INTERIOR

Ma. del Carmen Maqueo Garza

Uno de los elementos que atrae al turismo internacional a nuestro país es indudablemente su espíritu festivo. Más allá de los variados ecosistemas que permiten al extranjero avanzar desde paradisíacas playas de la Riviera Maya hasta las comunidades tarahumaras en lo alto de la sierra chihuahuense, pasando por el Cañón del Sumidero, la inagotable belleza de la Huasteca, o las Dunas de Bilbao... Más allá de los variados patrimonios arquitectónicos, construcciones religiosas de corte colonial del centro y sur del país, o los diseños de modernos arquitectos en las principales capitales... En fin, más allá de todo esto, lo que atrapa al turista internacional en esta bendita tierra es el espíritu festivo de su gente, ese constante hallar motivo para celebrar en cualquier circunstancia que presente la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Las fechas oficiales se mezclan en feliz sincretismo con las fiestas del santo patrono de pueblos y comunidades rurales, de manera que cada día en algún lugar, hay motivo de celebración.

El veinte de noviembre es una fecha particular: Se conmemoran los ya casi cien años de un movimiento popular que se inició en 1910, y que llevó finalmente al exilio a Porfirio Díaz, autonombrado presidente vitalicio de México. Se honra la memoria de personajes como los coahuilenses Francisco Madero y Venustiano Carranza; se recuerda a los generales Pancho Villa y a Emiliano Zapata. Los alumnos del jardín de niños personifican revolucionarios con bigote postizo y calzón de manta; las niñas visten su traje de Adelita o de china poblana, enfundadas en amplios blusones blancos, y multicolores polleras, además de unas trenzas de estambre que adornan con un sinfín de listones. Por doquier se dejan escuchar corridos y marchas que en sus tiempos entonaban las tropas populares, mientras avanzan los contingentes; los carros alegóricos son grandes camiones quinta rueda en cuya plataforma se han colocado improvisados asientos a base de pacas de cubiertas con vistosos sarapes multicolores. Antes de ellos ya han desfilado equipos de escuelas y asociaciones civiles, haciendo demostraciones de sus habilidades deportivas.

Con esta celebración tan nuestra a los mexicanos nos despierta la vena patriótica y el jolgorio, en tanto presenciamos el desfile en cada rincón del territorio nacional. Este año con la variante norteamericana de correr el descanso oficial del martes veinte al lunes diecinueve, pero dejando el desfile para el día martes, lo que convierte estas fechas en un fin de semana colosal, pues el descanso se alarga –extraoficialmente por supuesto- a cuatro días “con el permiso del patrón”.

Ahora bien, hablando de las relaciones obrero-patronales en nuestro país suceden cosas muy singulares, en esencia se establece una lucha de poder entre el patrón por un lado, y el obrero y su sindicato por el otro. Al entrar a laborar a una empresa se pactan condiciones que se espera se respeten a lo largo del tiempo que prevalezca la relación obrero-patronal, sin embargo de uno y otro lado se van dando situaciones que rompen dicha armonía y devienen en conflictos. En ocasiones el patrón aplica “la letra chiquita” del contrato y exige mucho a cambio del salario mínimo; en otros muchos casos el trabajador va cayendo en situaciones viciosas y dará lo mínimo indispensable para devengar un salario, pero nada más. En medio de la pugna los sindicatos se la pasan protegiendo a la base trabajadora; algunas de las veces abogando por causas perdidas, y otras tantas acrecentando su fortuna personal desde aquí o desde la Región de los Grandes Lagos como se ha puesto de moda a últimas fechas.

No es infrecuente encontrar trabajadores que muestran una actitud de fastidio frente a sus deberes; parece que avanzan entre pujidos; protestan por el mínimo detalle y tratarán de regatear al máximo. En lo personal me parece que vivir con la matemática por delante, midiendo y tasando exactamente cuánto me das para corresponderte con lo menos posible sin pasarme un solo gramo, a la larga resulta desgastante. La vida se vuelve muy pesada cuando me la paso argumentando que los demás están tratando de sacar ventaja de mí (aunque en el fondo sepa que no es así), pero el simple hecho de estar repitiendo una y otra vez lo mismo, haciendo polémica por cualquier cosa, termina por generar altos niveles de amargura personal.

Las revoluciones se emprenden de fondo, cuenta de ello es la gesta que hoy conmemoramos. ¿No es hora de emprender una revolución interior, una revolución de intenciones en favor de la propia estima? ¿O iremos el resto de nuestras vidas pujando y protestando?...

maqueo33@yahoo.com.mx

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