Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Contraluz / SOBRE EL ASFALTO

Dra. Ma. Del Carmen Maqueo Garza

Ésta es una atenta misiva para ese joven que pasó frente a mi domicilio en el momento cuando me disponía a abordar mi vehículo motorizado:

Como en una película de acción vi venir una camioneta tipo pick up desplazándose dentro de los límites de velocidad, en un solo segundo se dejó escuchar un atronador rugido que salió de no sé dónde e invadió toda la calle. Eras tú en un vehículo deportivo sin placas, exasperado apurabas al de la camioneta a hacerse a un lado para pasar, rebasaste por la derecha rayando llanta; pisaste hasta el fondo el acelerador, pues percibí como el carro patinó a uno y otro lado, para luego emprenderla de frente. Sin conocer mucho de autos, sé que el tuyo trae un motor arreglado, calculo que el velocímetro habrá marcado 120 kilómetros por hora, y que debe haber fluido adrenalina pura por tu torrente circulatorio. A la distancia pude percibir el rechinido intempestivo de tu automóvil al llegar una cuadra más delante a un crucero, en el cual temí te habrías impactado contra cualquiera que tuviera la mala fortuna de atravesarse en ese instante.

Ahora bien, como adulto que soy debo decirte que tu actitud es altamente irresponsable, pero más es la de tus padres, que te sueltan un vehículo sin reparar en la forma como conduces. Un vehículo al que evidentemente se ha arreglado el motor para alcanzar altas velocidades, y el cual circula sin placas. Tu juventud no te permite medir el riesgo potencial que representa tu modo de conducir para el resto del mundo; me podrás alegar que tus reflejos son muy buenos, pero yo como pediatra te puedo demostrar que la velocidad de un niño pequeño es superior, y que si se suelta de la mano de su madre en el justo momento cuando tú pasas, ni tu motor ni tus reflejos habrían alcanzado para salvarlo de una muerte segura.

“Saber manejar no es saber acelerar sino saber frenar” diría mi padre mientras me daba mis primeras lecciones de manejo. No ha de haber estado tan errado mi viejo, pues en casi cuarenta años de conducir, no he provocado un daño que deba lamentar.

Pero volviendo a ti, ese gesto intrincado mientras conducías, habla de que estás enojado. Posiblemente estés enojado con el de la camioneta que circula a velocidad normal y no es capaz de traducir tus ondas telepáticas que gritan “quítate”, aunque más bien estás enojado con la vida, contigo mismo. ¿La razón? La desconozco, a diario me topo con personas enojadas con ellas mismas que se parapetan en el enojo hacia todo lo que no sea la propia persona . Se aprecia en el modo como tratan a los demás, o como pretenden resolver sus problemas; tal es su encono, que no alcanzan a darse cuenta de que esa actitud como un imán, está atrayendo más motivos de ira a su existencia.

En lo personal pienso que la vida es bastante justa con todos; cierto, están los extremos, de un lado los muy poco afortunados, y del otro los excepcionalmente favorecidos. En la porción media, donde supongo caemos tú y yo, se halla el noventa por ciento de la humanidad, aquéllos a quienes la vida ha tratado de una manera promedio, con sus altibajos, pero bien. Sin embargo la actitud de una persona y la de otra, no necesariamente es similar; sucede lo que ante un mismo vaso, hay quien lo ve medio lleno y hay quien lo ve medio vacío. Una situación común provoca en algunos el deseo de seguir adelante, en tanto en otros provoca frustración y encono, así entonces se enfrentará la vida de modos opuestos, con una sonrisa o cargado de furia.

Ya para terminar. Te vi pasar esta mañana, afortunadamente no había arrancado el motor de mi carro para ese momento; fue una suerte que no estuviesen cruzando la calle mis hijos, o jugando en ella algún niño pequeño del vecindario. Yo no guardé para el resto del día tu enojo ni tu frustración, simplemente la deseché; me quedo pensando en ti, en la pesada carga que habrás de llevar por la vida si no modificas ese enojo que te ancla como hierro. Pido al cielo que esos padres que te dieron un vehículo con motor arreglado, y dinero para llenar el tanque de la gasolina, y que te dejan andar como loco conduciendo por las calles, piensen en dejarte algo más que un pasaporte a la muerte. Que trabajen en lo medular de tu vida, que te enseñen a ser feliz, a hallar cada día motivos para sonreír.

maqueo33@yahoo.com.mx

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 267842

elsiglo.mx