“Mujer que intenta suicidarse desesperada por no tener el dinero para los útiles escolares de sus hijos”... Alguien lee y en tono irónico dice: ¡qué estupidez andarse suicidando por eso! Yo pienso en aquel momento que la estupidez está en otro lado, aquí hay sólo dolor; impotencia; abatimiento.
Vivimos tiempos inéditos, la gran mayoría de elementos que nos rodean sirven para acrecentar los conocimientos, la carretera informática se extiende más cada día, el dominio del tiempo y la distancia geográfica a través de la red es cosa de niños, podemos recorrer el conocimiento universal en un sentido y en el otro, y no acabar dicha exploración en toda una vida.
El ser humano actual es altamente competitivo, capaz de alcanzar metas bien trazadas, lo cual es positivo para una sociedad, siempre y cuando los afanes intelectuales vayan orquestados por un espíritu de bondad.
Uno de los grandes males de la actualidad lo padece el corazón del hombre; tendemos a ser más competitivos y menos sensibles; más eruditos y menos sabios; más intelectuales y menos humanitarios. Nos gana la impiedad frente a los fenómenos sociales de nuestros tiempos; son muchas las veces cuando pasamos junto al necesitado, al menesteroso, al enfermo, al que tiene hambre, para hacer como que no los vemos, y seguir nuestro camino, sacudiendo los polvos de nuestro pulcro traje ejecutivo. Sin embargo son realidades tangibles de nuestro pueblo, que se dan en el marco de una crisis económica que pega muy duro a los que menos tienen, mientras que somos el país con el hombre más rico del planeta; al ex presidente Fox se le cuestiona un evidente enriquecimiento ilícito, y los encumbrados políticos continúan lanzando escupitajos a los pobres, con sus absurdas peticiones de aumento de salario. El alza en la gasolina se aplaza hasta enero, pero la espiral inflacionaria ya se ha disparado.
Poner el corazón en un escenario como éste eleva las posibilidades de tornarlo duro e indolente; muy dentro lleva a pensar que si las autoridades no contemplan ayudar a los necesitados, yo, ciudadano común, que también paso dificultades para completar para los gastos de mi familia, menos tengo que hacerlo... Sin embargo el cambio que necesita nuestra sociedad nunca va a venir de la punta de la pirámide hacia la base, sino en el sentido opuesto: Tiene que generarse en la base, dentro del núcleo familiar; en la forma de tratarnos padres e hijos; hermanos; cónyuges... el cambio va a darse cuando el corazón se torne lo suficientemente sensible para dejarse tocar por las necesidades de otros, y lo suficientemente generoso para actuar en consecuencia.
Tuve conocimiento a través de la red de una iniciativa encomiable de nuestros hermanos del Perú: El proyecto denominado “Más Vida”, de donación altruista de sangre, que involucra a estudiantes de la Universidad Peruana Unión. Me asombró la respuesta entusiasta de los muchachos, pero sobre todo la creatividad de quienes lo pensaron; es una forma de sensibilizar a los jóvenes con respecto a las necesidades de otros, donando algo que en nada les afecta pero mucho beneficia. Como médico he palpado las dificultades para conseguir sangre o sus derivados para un paciente; no pocas veces se convierte en un vía crucis para los familiares conseguir un donador adecuado, lo que en una situación de urgencia resulta crítico.
Al tramitar la licencia de manejo habrá que contestar el inciso que dice: “¿Desea donar sus órganos?”. Bien, esto se hará en caso de que el fallecimiento ocurra de manera accidental, en una ciudad en donde haya el recurso para retirar de inmediato los órganos y preservarlos... Ahora que conozco la iniciativa de los hermanos peruanos, me pregunto: ¿Por qué no empezar en las aulas universitarias un proyecto en forma de donación altruista de sangre? En coordinación con la Cruz Roja, o instituciones del Sector Salud, si a cada estudiante le correspondiera una vez por semestre, o por año, donar sangre, ¿cuántas vidas podrían salvarse?...
...Claro, en estos asuntos de la donación nos asaltan dudas: ¿En qué me afectará donar? ¿Corro riesgo de que utilicen agujas contaminadas que me pongan en riesgo? ¿Van a negociar con la sangre que done?... Será sólo a través de la información, pero sobre todo de la sensibilización para hacerlo, como todas esas dudas se irán despejando. Es verdad que urge implantar una cultura de donación altruista de sangre, pero más, mucho más urge ir creando conciencia en nuestros jóvenes a través de instituciones que él considere confiables, de que sin el concurso del corazón, los afanes del intelecto convierten a nuestra sociedad en un montón de témpanos de hielo.
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