PRIMER CUADRO
La miro venir por la calle junto a sus dos hermanos, piden un taco; les conozco de tiempo atrás, viven en un cuarto de madera de tres por cuatro. La estufa con el cilindro de gas, la mesa y cuatro sillas, y el camastro ocupan la habitación, en el piso de tierra hay dos cajas de cartón donde guardan la ropa, y sobre una de las paredes la fotografía de los quince años de la hermana mayor, un cuadro de la Virgen de Guadalupe, y un calendario con la imagen de Pedro Infante.
Llegan en el justo momento cuando termina de prepararse la comida; sé que traen hambre, me apresuro a servirles y los invito a entrar, ella se rehúsa, lo que juntan a diario lo tienen que llevar a casa en donde su mamá se encarga de repartir, y si llegan sin hambre su papá va a darse cuenta de que comieron y les va a pegar. Extrae una bolsa de plástico en la que vierte su porción y la de sus hermanos.
...Cuando llegamos con la comida, primero le sirve mi ‘amá a él, y luego de lo que sobra nos sirve a mis hermanos y a mí.
¿En qué trabaja tu papá?... No, pos ‘orita no trabaja.
...En ese momento entendí lo que su madre me dijo que era preferible tener hijos hombres, porque a las mujeres les iba mal siempre.
SEGUNDO CUADRO
En su nombre lleva marcado su destino; a sus quince años ha ido y regresado como van y regresan las olas del mar, una y otra vez, llevando y descargando lo que hallan a su paso. El de ella no ha sido un camino fácil, desde pequeña asimiló hasta los huesos que la mano que provee tiene el derecho de pegar; ha aprendido que merecer tiene su precio, que nada es gratuito en esta vida. Sobre su piel de niña han quedado las huellas del padre en un arrebato de violencia; muy dentro de su corazón guarda las heridas más profundas, ésas que marcan una vida. Ha aprendido a sofocarlas, se muestra indiferente, hasta cínica, reta a las figuras de autoridad y se rebela ante cualquier imposición; la bravuconería es su defensa, teme ser vulnerable a un daño mayor, o que quede al descubierto el dolor que se ha instalado en el centro del pecho.
Su piel no ha conocido la dulzura; ahora cuando los sentidos despiertan a la vida, comienza a descubrir su geografía y cree adivinar cómo es que la quieran a una; cuando menos por un rato se extravía entre aquellas fantasías. La chica ha aprendido a desconfiar, en vez de creer; ha aprendido a gritar en vez de pedir; ha aprendido a correr antes de ser tocada por el amor, porque para ella el amor tiene un precio, un precio a veces demasiado alto.
Por las noches sueña con estar acurrucada en brazos de su madre y que ella la acaricia y le dice cosas lindas al oído. Cuando clarea la mañana comprende que todo ha sido un sueño, sólo un sueño...
TERCER CUADRO
Viernes a las cinco de la tarde; en cuestión de minutos la explanada frente a las puertas de la maquiladora se llena de gente. La mujer luce contenta, esta semana ha recibido un bono extra por productividad; ella imagina la cara de su niño pequeño cuando lo lleve a comprar la pelota amarilla.
El hombre la espera como cada viernes, trae un gesto de pocos amigos, desde que salió por la mañana lo notó malhumorado. En cuanto ella se acerca él le sale al encuentro y la jalonea; ya ha pasado en ocasiones anteriores que en esos ratos de enojo se queda sin dinero para la semana; esta vez se ha cuidado de separar los bonos del resto.
¿Por qué arrancaste los bonos?
Son míos, ahí está la lana... Los bonos son míos, son para la pelota del niño, además con los bonos no te venden cerveza.
...Ella ha escondido los vales dentro de sus ropas; no sabe cómo, pero va a comprarle el juguete a su hijo. Las manos le tiemblan, ya no sabe si de miedo o de coraje, esta vez no permitirá que el hombre se salga con la suya, como siempre pasa.
Noviembre 25: Día Internacional por la No Violencia Contra las Mujeres.
“La violencia contra la mujer es quizás la violación de los derechos humanos más vergonzosa... En la medida en que continúe, no podemos considerar que estemos haciendo progresos reales hacia la equidad, el desarrollo y la paz. “Kofi Annan, Naciones Unidas, 1999”.
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