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Contraluz / VOLVER AL CORAZÓN

Ma. del Carmen Maqueo Garza

El problema social de nuestros tiempos es uno solo, aunque sus ramas se extienden por todos lados, y varía conforme a los distintos estratos sociales, las diferentes latitudes, las diversas ideologías. En ratos lo visualizamos como la bestia de siete cabezas que amenaza la vida de nuestros hijos, y parece que los remedios aplicados lejos de aniquilarla le han fortalecido. Pero vaya, si David derrotó a Goliat porque identificó el punto vulnerable del gigante, seguramente como sociedad vamos a encontrar el núcleo primigenio de toda esta problemática que ahora parece rebasarnos.

Es difícil buscar un común denominador a la guerra de Irak; al creciente tráfico de drogas; a la explotación sexual de menores; o al incremento de crímenes cometidos por ciudadanos que portan armas. Un primer paso sería descubrir que en todos ellos se da el no-respeto a la vida, el ser humano se toma como blanco y no como una persona con garantías individuales. Un segundo punto sería determinar qué pasa por la mente de un jefe de nación cuando piensa en cristianizar a un pueblo a punta de metralleta, o qué lleva a un ciudadano como tú o como yo a involucrarse dentro de una red de tráfico de drogas. Habría que investigar el móvil que conduce a un adulto a desear sexo con niños, y a otro a conseguirle esos niños como si fueran tomates, sin pensar uno ni otro que bien podrían ser sus mismos hijos o nietos.

Partiendo de estas preguntas, sigue recordar que a la mente la mueve el corazón, y que aún el individuo más racional, gústele o no, está regido por aquella porción intangible de su persona que se basa en experiencias previas, expectativas y propósitos para actuar. Y que si está actuando como lo está haciendo, es porque algo falló en cuestión de experiencias previas, expectativas o propósitos.

Una buena parte del crimen organizado podría explicarse por las carencias económicas; un individuo que pasó hambre durante su niñez se encuentra ahora en posición de sacar ventaja económica y lo hace; se aprovecha de su oficio o cargo, o bien se dedica al raterismo y ya. Sin embargo el crimen organizado es una red a donde concurren ciudadanos de muy diversas condiciones, muchos de ellos con la situación económica resuelta, por lo que descarta que sean las privaciones la única causa. Habría que considerar la ambición, la necesidad de tener más de lo necesario como modo inconsciente de cubrir una carencia interna.

Lo mismo sucede con el pederasta; no es el familiar adulto al que le encomiendan el cuidado de un pequeño; ahora vemos que se trata de prósperos comerciantes que pagan dos mil dólares por un encuentro sexual con niñas de cinco años, con el apoyo del gobernante en turno. Tal es el caso del “rey de la mezclilla” en tierras poblanas. Nuevamente, no es la falta de oportunidades para estudiar y así saber que ésa es una conducta inaceptable; es la vena oscura del individuo con los bolsillos llenos para el que ningún precio está fuera de sus posibilidades.

Entonces se trata de aberraciones que se alejan de todo orden natural, que se perpetúan y fortalecen ante la permisividad o complicidad ciudadana. El Presidente Calderón hace lo suyo, pero en mi particular punto de vista anda por las ramas; el problema del narcotráfico no se resuelve con aprehender a los cabecillas; no se resuelve con quemar plantíos o destruir ladrillos. El problema comenzará a tener visos de solución cuando se planteen los “porqué” y se convoque a especialistas para responderlos. No mediante foros políticos o consultas populares, sino mediante la creación de una institución eminentemente científica que aborde el problema de modo integral. Una institución de excelencia que reúna estudiosos que analicen el problema, identifiquen sus causas, y propongan un plan de combate multidisciplinario; la magnitud del problema lo justifica. Poner un militar en cada esquina no resuelve nada, estamos viendo que hoy lo ponen y mañana lo matan. Es cosa de aplicar un modelo científico, ir al corazón a escudriñar sus motivos, a entender ese hueco existencial que muchos están tratando de llenar por caminos que dañan a nuestra sociedad. Y finalmente plantear un modo de erradicación partiendo de evidencia basada en resultados, un ataque frontal y permanente, de carácter multidisciplinario como en su momento se hizo en contra del dengue, la sífilis o el analfabetismo...

Esta vez el problema es más complejo, se trata de volver al corazón del hombre a entenderlo, a sanarlo, a rehabilitarlo. Pero en verdad, que es el único camino cierto.

maqueo33@yahoo.com.mx

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