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Azucena Báez

Fanatismo titánico

Una nutrida inscripción al concurso Rumbo al Titanic, organizado por The History Channel, demostró que perdura un gran interés por la tragedia ocurrida la fatídica noche del 14 de abril de 1912. Cerca de 55,000 latinoamericanos buscaron descender a más de cuatro mil metros de profundidad, respondiendo a la pregunta de por qué querían ver con sus propios ojos el esqueleto del lujoso trasatlántico.

Uno de los cinco finalistas recordó la historia de su bisabuelo, Manuel Uruchurtu, único mexicano que murió tras el hundimiento. El abogado había viajado a Francia para visitar a su amigo Ramón Corral. Después de cumplir su objetivo regresaba a casa a bordo del Titanic, cuando la tranquila travesía fue saboteada por un iceberg. Uruchurtu se encontraba seguro dentro de un bote salvavidas pero le cedió su lugar a una mujer inglesa. Tiempo después de la tragedia, ella visitó a la viuda en Veracruz y le relató el caballeroso gesto que tuvo su esposo.

Pero ni siquiera esta anécdota impactó a los votantes lo suficiente como para que el participante mexicano ganara y será una colombiana -profesora de historia- quien verá cumplido su capricho de sumergirse en un sofisticado submarino ruso MIR y convertirse en una de las pocas personas que han llegado hasta el lugar del naufragio.

El concurso de The History Channel coincide con la exposición Titanic, la exhibición de los tesoros en la Ciudad de México, que exhibe 250 piezas -vajillas, monedas, joyas, documentos- recuperadas gracias a las expediciones del Instituto de Oceanografía Francés y el Instituto P.P. Shirshov de Oceanología de Rusia.

Ya en 2005 el programa Detectives de las Profundidades había mostrado dos secciones del Titanic preservadas en perfectas condiciones. La emisión logró recrear los últimos momentos -el choque, los mensajes de SOS, el pánico de los pasajeros, la oscuridad- del barco que se presumía insumergible.

Los medios audiovisuales han captado -y capitalizado- la fascinación que provoca el barco. La obsesión del director James Cameron lo llevó a hundir el Titanic en playas de Baja California. Muy pocos se libraron de ver a Leonardo Di Caprio congelado y escuchar a Celine Dion cantando eternamente -o así parece- My Heart Will go On (and on and on and on...).

No importa cuánto tiempo pase, los fantasmas del Titanic ?lo mismo aquellos que presumían ilustres apellidos o los anónimos pasajeros de tercera clase que veían en América infinitas posibilidades- seguirán persiguiéndonos para contarnos sus fascinantes historias. Y el mismo barco, de tanto en tanto, cobrará vida.

soozbaez@yahoo.com

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