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Controlan mercado del arte

La casa internacional Christie’s espera alcanzar los tres millones de dólares por la pintura Trovador, del artista mexicano Rufino Tamayo. (El Universal)

La casa internacional Christie’s espera alcanzar los tres millones de dólares por la pintura Trovador, del artista mexicano Rufino Tamayo. (El Universal)

El Universal

Grandes inversionistas dictan pautas y tendencias en las principales casas de subasta

MÉXICO, DF.- En el pasado, las pujas más frenéticas por ganar una obra de arte en una subasta se daban entre coleccionistas. Hoy en día, los grandes inversionistas controlan el mercado del arte. Ellos dictan pautas y tendencias, o qué artistas y qué tipo de obras se cotizarán al alza. Incluso, con una buena cantidad de dinero pueden fabricarle un estupendo pedigrí a una pieza, con el propósito de que en unos cuantos años alcance cifras millonarias en las subastas.

El mercado del arte es un juego de enormes intereses, con reglas que hay que conocer para poder participar, advierte el historiador del arte Luis-Martín Lozano, especialista en subastas y ex director del Museo de Arte Moderno de la ciudad de México. De cara a las subastas de arte latinoamericano que llevarán a cabo las casas internacionales Christie’s y Sotheby’s, desde ayer y hasta el 21 de noviembre, Lozano desmenuza los factores que han provocado que el arte vaya al alza.

Mercado ‘a la ancha’

“Yo diría que el arte latinoamericano no sólo está al alza, sino también a la ancha. Quizá no se compare con los pasos agigantados de los impresionistas, pero tiene la ventaja de que hay muchos más gustos que explorar. Son como 25 líneas con las cuales hacer una colección, por periodos cronológicos, por países, por tendencias, etcétera”.

“El hecho de que dos casas subastadoras con reconocimiento internacional dediquen dos veces al año -en mayo y noviembre- subastas específicas al arte latinoamericano nos demuestra algo muy claro: que hay coleccionistas, gente interesada y un mercado amplísimo fuera de nuestras fronteras”.

Es por eso que en años recientes las obras de latinoamericanos han alcanzado cifras en dólares de más de seis dígitos en las subastas.

“Frida Kahlo es un caso de oferta y demanda. Hay muy poca oferta, sólo una docena de autorretratos que son factibles de adquirir, porque la otra parte ya está en museos o en colecciones sin movilidad. Es como tener un pastel del cual la mayor parte ya no se puede comer. Eso sucede con Frida. En las casas de subastas tienen bien detectadas sus obras, saben quién las tiene y cada vez que una va a salir al mercado se pelean para ver qué subastadora la tendrá”.

Arte vibrante

Hoy día, el artista por el que las casas subastadoras entablan una disputa es Rufino Tamayo, cuya obra desde hace poco más de una década inició una escalada impresionante al vender el mural América (mayo, 1993) en 2.6 millones de dólares (28 millones 445 mil pesos). Para esta temporada, Christie’s espera alcanzar los tres millones de dólares (32 millones 821 mil pesos) por la pintura Trovador, mientras que Sotheby’s ofrecerá Tres Personajes a un precio de salida de 750 mil dólares (8 millones 205 mil pesos).

“El arte latinoamericano es vibrante, es como sangre nueva y es un mercado todavía accesible. En la actualidad, con un millón de dólares se puede comprar una magnífica pieza, digna de un museo, de muchos artistas, algo que no se puede hacer con obras de los impresionistas”, explica Lozano.

Factores de cotización

Según el especialista, son muchos los factores que influyen para que un artista se cotice en el mercado. Uno es la calidad de la obra, pues todos los creadores tienen mejores momentos y su obra puede diferir entre su etapa temprana, la de madurez y los últimos años. Los artistas que más se cotizan son los que tienen propuestas estéticas contundentes, originales y con personalidad.

Sin embargo, las exposiciones, los libros y las críticas que sobre un artista se hacen también tienen gran peso. “Eventualmente, el mercado se hace receptor de las propuestas que hacen los museos y los investigadores en la medida en que capturamos el interés de los coleccionistas, que visitan los museos porque tienen un auténtico interés en descubrir a nuevos creadores. Pero también existe un peligro a la inversa: que los museos sigan una moda de mercado y exhiban lo que se está vendiendo y no aporten nada en la producción de nuevos discursos o el rescate de artistas.”

Obras con pedigrí

Cuando se habla de millones de dólares muchos intereses están en juego. Antes sólo existían los coleccionistas, pero ahora también hay inversionistas, gente que compra y vende como una forma de inversión. Esto evidentemente repercute en el mercado artístico.

“Me ha tocado ver cómo los inversionistas primero recaban toda la información sobre un cuadro para saber cuánto le van a apostar a la compra. Si deciden invertir en él lo ofrecen para exposiciones, libros, conferencias. ¡Y cuatro años después, el cuadro emerge en el mercado con un historial fantástico! Les crean un pedigrí.” Lozano alerta que los curadores de museos públicos deben saber cuidarse muy bien de los intereses del mercado. “Hay curadores y museos a los que no les importa y hacen una exposición con cuanto cuadro aparezca, no saben cuidarse de los cuadros inflados. En México nos falta colmillo para detectar cuándo se debe o no incluir una obra que ofrece una galería. He visto errores garrafales. Estamos muy verdes”.

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