Los empleados de Parques y Jardines asignados al cuidado del bosque Venustiano Carranza, son insuficientes para controlar la gran cantidad de basura que la gente abandona.
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Pañales sucios, restos de hamburguesas, hot-dog y hasta de pollos rostizados, dejan tirados en el bosque Venustiano Carranza, las familias que luego de disfrutar gratuitamente de sus espacios verdes y la sombra de sus árboles, lo dejan convertido en basurero sobre todo los fines de semana.
En este importante pulmón también se han encontrado pilas de radiograbadoras que tiran las personas que llevan aparatos para escuchar música y cámaras fotográficas. Lo más grave es la gran cantidad de bolsas de plástico donde compran aguas frescas y botellas de plástico que avientan hacia donde les alcanza la mano.
Los empleados de Parques y Jardines asignados al cuidado de este paseo público, son insuficientes para controlar la gran cantidad de basura que la gente abandona, sobre todo en el sector de la avenida Matamoros hasta la Juárez, precisamente donde se ubican los puestos de los vendedores ambulantes y los juegos infantiles.
Además, personas que viven en los alrededores, utilizan los contenedores instalados a la altura de la avenida Bravo para tirar la basura doméstica y hasta animales muertos, lo que al contacto con el sol genera olores nauseabundos y moscas al por mayor.
Los trabajadores de PASA no hacen el vaciado de los contenedores diariamente de manera que la pestilencia se tiene a diario.
El bosque Venustiano Carranza es el paseo público más grande de la ciudad, ocupa una superficie de dos kilómetros y sus añejos árboles brindan sombra a cientos de deportistas que acuden a diario a caminar, correr, a jugar frontenis, basquetbol, voleibol, taichi, aeróbics y yoga, entre otros.
También el bosque es visitado a diario por grupos de estudiantes de instituciones educativas públicas que van a visitas guiadas para que conozcan los procesos de la naturaleza en la sobrevivencia de los árboles.
Mientras que en las mañanas la mayor parte de los visitantes son gente que protege su salud mediante el ejercicio, por las tardes es centro de reunión de padres con sus hijos y gente de la tercera edad que pasa las horas sentada en una banca, a la sombra de un frondoso árbol.
Son más las personas que ensucian el bosque, que las que utilizan los recipientes de basura colocados en los principales accesos y es mucha más la cantidad de desperdicios que quedan esparcidos en las áreas verdes, que la que alcanzan a recoger los empleados municipales.
Por las noches, el bosque sólo tiene alumbrado en las banquetas en forma periférica, pero la mayor parte de su interior se queda en la oscuridad y se convierte en hospedero de perros abandonados y uno que otro indigente.