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Crece en Guatemala el pánico por robo de niños

En Guatemala los mafiosos engañan a las familias con ofertas de ayuda económica para los niños y las hacen firmar documentos en los que, en realidad, los entregan en adopción hacia un destino incierto. (Archivo)

En Guatemala los mafiosos engañan a las familias con ofertas de ayuda económica para los niños y las hacen firmar documentos en los que, en realidad, los entregan en adopción hacia un destino incierto. (Archivo)

El Universal

Un creciente fenómeno mafioso azota a Guatemala: el robo de niños.

Sacudida por una explosiva combinación de actividades del crimen organizado, con narcotráfico, secuestros, adopciones ilegales, sicariato, tráfico y trata de personas, pornografía y comercio sexual infantil, contrabando de vehículos desde Estados Unidos, vía México, extorsiones pandilleras y hurto de camiones cisternas y madereros, un creciente fenómeno mafioso azota a Guatemala: el robo de niños.

En un escenario de violencia —en 2006 hubo 5 mil 885 asesinatos o 16.1 por día— y agudas desigualdades sociales, el pánico se propaga entre millones de guatemaltecos ya que, según la estatal Procuraduría de Derechos Humanos de Guatemala (PDH), más de 915 infantes fueron robados de enero de 2006 a mayo de 2007.

“El robo de niños es una tenebrosa práctica”, dijo Nidia Aguilar, defensora de la Niñez de la PDH. “Tenemos tres casos de recién nacidos guatemaltecos que fueron robados y aparecieron en videos de pornografía. En cuestión de niñez, un caso habla por todos”, explicó, en una entrevista.

Tras relatar que poblaciones rurales guatemaltecas ya se lanzaron a las calles para linchar a mujeres y hombres sospechosos de robar menores, aseguró que “hay redes criminales que se llevan a los niños para incorporarlos a las cadenas de tráfico y trata de personas que van de Centroamérica a México y Estados Unidos”.

La zozobra se generalizó desde que, en junio anterior, desconocidos se robaron a una niña de 9 años en un supermercado del sureste del país y su cadáver apareció al día siguiente. Un hondureño fue asesinado a pedradas en la norteña región de El Petén hace dos semanas, por sospechas de que robaba niños. Varias comunidades instalaron retenes en carreteras para inspeccionar vehículos.

En la el negocio presuntamente hay complicidad policial y de estratos estatales. El Ministerio de Gobernación de Guatemala no respondió una consulta sobre las denuncias.

En Cunén, en el norte de Guatemala, los pobladores reaccionaron indignados la semana anterior porque un niño de 5 años fue secuestrado por un joven indígena maya que confesó, tras abandonar al pequeño en un pueblo vecino, que una mujer le ofreció 3 mil 400 dólares por cada menor que robara. Una turba enardecida incendió la casa de la mujer y la estación policial y desmanteló un juzgado y en asamblea callejera, sancionó al joven a recibir 25 latigazos al mediodía en una cancha de baloncesto, mientras el niño era devuelto, sano y salvo, a su familia.

“Sí se han identificado abogados, policías y operadores de justicia que se cree que integran las redes de robo de niños. Todo eso es investigado”, confirmó María Reyes, vocera de la gubernamental Defensoría de la Mujer Indígena.

Los mafiosos engañan a las familias con ofertas de ayuda económica para los niños y las hacen firmar documentos en los que, en realidad, los entregan en adopción hacia un destino incierto. Un hombre se presentó como misionero evangélico en la región occidental, como presunto reclutador de niños para convertirlos en misioneros, según datos en poder de instituciones que monitorean el fenómeno.

“Puede ser que se lleven a los niños a otros países a ofrecerlos al mercado de órganos y quitarles un órgano para venderlo. Tenemos dos casos concretos de niños guatemaltecos que aparecieron en Guatemala y a los que les habían quitado algunos órganos”, aseguró Aguilar.

El robo es paralelo a las adopciones. Mientras el promedio en el resto de Centroamérica fue de 400 adopciones por país en 2006, en Guatemala hubo 5 mil 24. “Es una cifra exorbitante”, advirtió Aguilar, al confirmar que el contrabando de niños mueve fuertes sumas de dinero.

En las transacciones surgen diversos personajes como las “jaladoras”, que son mujeres que, encubiertas como presuntas vendedoras de ropa para bebé, reclutan a embarazadas y les ofrecen dinero para que entreguen a su hijo o hija tras el parto. Y existen las “casas de engorde”, que “atienden” a embarazadas y les pagan un salario mensual como pacto para la venta de los recién nacidos.

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