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Crónica de Viaje / ESCALANDO EL POPOCATÉPETL

FOTO 1.
Magnífica fotografía tomada en el Valle de México y de la moderna carretera que lleva al volcán Popocatépetl.
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FOTO 2.
Rodeado del verdor de los campos de maíz, el Popocatépetl amenaza hacer erupción por sus frecuentes fumarolas.
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FOTO 3.
El guerrero azteca y su amada muerta, en la leyenda del Popo y el Itza, figuran en almanaques y tarjetas postales.

FOTO 1. Magnífica fotografía tomada en el Valle de México y de la moderna carretera que lleva al volcán Popocatépetl. —- FOTO 2. Rodeado del verdor de los campos de maíz, el Popocatépetl amenaza hacer erupción por sus frecuentes fumarolas. —- FOTO 3. El guerrero azteca y su amada muerta, en la leyenda del Popo y el Itza, figuran en almanaques y tarjetas postales.

Ricardo Rubín

Aunque las señales de peligro de que pudiera hacer erupción el volcán Popocatépetl se vienen registrando desde hace tres o cuatro meses, no se considera que haya un peligro serio para las pequeñas poblaciones que se ubican en torno al volcán en el Valle de México.

El Popocatépetl, o Popo, como es más conocido, junto con el Iztaccíhuatl, o Izta, y el Pico de Orizaba, son los volcanes más importantes y famosos de México. Del Popo han estado saliendo fumarolas que, como anillos de humo de un cigarrillo, han causado temor y han bañado de cenizas a la región circundante, pero hasta hoy todo se ha reducido a eso.

En torno al Popo y al Izta se ha tejido una leyenda romántica, pues se dice que el Popo fue un guerrero azteca que desapareció en combate, y que su amada, el Izta, o Mujer Dormida, recibió la noticia de que había muerto. Pero la noticia no era cierta, y cuando el guerrero regresó, encontró muerta a su amada y quedó congelado velándola para siempre. Se han hecho dibujos y pinturas alusivas a esta historia, pues el Izta tiene realmente la figura de una mujer acostada.

El Popo tiene una altura de 5,452 metros y es el más alto de México. Forma parte del paisaje de la Ciudad de México, aunque está muy retirado de la misma.

La mejor época para ascender a su cumbre es desde mediados de noviembre a mediados de marzo, y quienes han ido afirman que la subida no es difícil, aunque sí larga y dura, y hay que estar en buenas condiciones físicas.

La ruta que usan los alpinistas es por el pueblo de Las Cruces, y se tarda de seis a ocho horas en llegar a la cumbre, y otras tres horas en el descenso. La excursión se inicia en el refugio de Tlamacas, al pie del volcán, que está a una altura de 3,960 metros, y hasta donde se puede llegar cómodamente en autobús vía Amecameca, lo que se hace en dos o tres horas.

Se recomienda iniciar el ascenso entre las dos y las cuatro de la madrugada, e ir bien equipado con bastones de esquí y un piolet, crampones, lámpara de cabeza o de minero para la salida, botas de escalador, equipo de primeros auxilios y suficientes víveres para cualquier emergencia.

La primera etapa del ascenso es de dos horas, caminando sobre tierra volcánica. Al llegar al lugar llamado Las Cruces debe tomarse el camino de la izquierda, no el de la derecha, porque es una ruta más difícil. Por supuesto, no se aconseja ir solo ni en grupo si no llevan a un guía que conozca bien todo el proceso de la ascensión.

De Las Cruces se inicia la segunda etapa, que es la más fatigosa, porque se pasa del suelo volcánico a la nieve. En el camino y en algunas rocas hay indicios que han dejado otros alpinistas para guiar a los que ascienden por primera vez. Hay que dar varios rodeos y evitar salientes y masas de nieve que no ofrezcan seguridad, y por fin se llega a una gran roca que está justamente sobre el borde del cráter, que tiene una profundidad de 480 metros, y mide de un extremo a otro 850 metros.

Pero hay que caminar un poco más para llegar hasta la cumbre del volcán, pues la roca gigantesca está en una parte inferior. Desde la cima se puede contemplar, en un día claro, la Ciudad de México, el Izta, la ciudad de Puebla, y el Pico de Orizaba.

Se advierte a los alpinistas noveles que vigilen el llamado mal de altura, que se manifiesta con náuseas, fuertes dolores de cabeza y a veces hemorragia nasal. Se debe descansar hasta que desaparezcan dichas molestias, y si no sucede esto, regresar en busca de ayuda médica, aunque se dice que un día de descanso en el albergue de Tlamacas puede ayudar mucho.

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