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CRÓNICA DE VIAJE

POR RICARDO RUBÍN

TAXCO: LA CIUDAD DE LA PLATA

Cuarenta kilómetros de curvas peligrosas entre Cuernavaca y Taxco, una de las ciudades donde hay más plata en México.

El colmo. A estas alturas todavía andan sueltas vacas y burros en la carretera. Finalmente, el magnífico espectáculo de Taxco, cubierto de miles de luces. Aquí todo el año es Nochebuena, pues las luces que adornan el monte siempre están brillantes.

Es tradicional que todos los días, a las 6:00 de la mañana, madrugadores albañiles lanzan una docena o más de cohetones al aire. No hay razón para ello y si se les pregunta por qué lo hacen, dicen que es ?por costumbre?. Una hora después, repican todas las campanas de las iglesias y más tarde, una sirena aúlla llamando a los mineros al trabajo.

Taxco fue un centro minero de primer orden en México durante el siglo pasado. La plata que se produce aquí es usada por más de 200 plateros, que la trabajan haciendo mil figuras distintas para su venta. Desde miniaturas hasta candeleros, espuelas, figuras de arte.

Taxco se ha convertido también en residencia de extranjeros, en su mayoría norteamericanos. Su clima ideal, su ambiente, lo pintoresco del lugar y la vida barata hacen que los visitantes lleven una vida tranquila y a gusto. En las tardes se reúnen en el parque del pueblo y se oye hablar inglés, francés, alemán y español.

La vida es tan barata aquí que en los cines, por un solo precio, exhiben hasta tres películas. La ropa es buena, casi regalada, y gruesa. Taxco es frío y en las mañanas una ligera niebla parece envolverlo todo. Abundan las leyendas y las historias de fantasmas, tan comunes en todo pueblo minero.

Atrae la atención de todos una tintorería que se llama precisamente así, La Tintorería. La bebida preferida entre la gente extranjera es el Bertha?s, hecho con tequila y limonada. En algunos lugares vigilados por la policía hubo B&B que significaba Bertha?s y Benzedrina. Por supuesto, se trataba de viciosos que la policía atrapó y ahuyentó del lugar.

La ciudad tiene callecitas angostas, empedradas, que suben y bajan. Taxco está construido sobre un monte, pero ha crecido tanto que ha invadido otras colinas cercanas. Por ello es que la gente parece hormigas que suben, bajan y vuelven a subir. Cuando llueve, es difícil caminar porque las calles se vuelven lodosas y resbaladizas

Jueves y domingos son días en que una banda musical toca en el kiosco del parque. Las muchachas se ponen sus mejores vestidos y van allí a coquetear con los muchachos. Hay una como feria con puestos que venden helados, cosas de comer y regalos. Allí han nacido muchos romances y se han roto otros. Taxco parece realmente de plata a la luz de la blanca luna.

Cuando voy a esta bella ciudad, me gusta hospedarme en la Posada de la Misión. Desde los balcones de sus cuartos, se admira todo el panorama magnífico y espectacular de la ciudad.

Dignos de visitarse, la iglesia de Santa Prisca, la Casa Humbolt, donde vivió el conocido viajero alemán Alexander von Humbolt, que escribió algunos relatos de sus viajes por México; la llamada Hacienda del Chorrillo, construida en 1542, y que ahora sirve de campus a la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se dan cursos de español, arte, historia y folclore a estudiantes extranjeros residentes aquí y a muchos que vienen de otros países.

En mayo se celebran las Jornadas Alarconianas, con la representación de obras teatrales del dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón, conciertos de música y otros actos culturales. Otro evento que atrae a muchos visitantes comienza el último sábado de noviembre, y se trata de la Feria Nacional de la Plata, donde se exhiben verdaderas obras de arte hechas con el metal blanco, y hay concursos entre los plateros para que dejen volar su imaginación y presenten sus mejores creaciones.

Taxco es una ciudad que fue puesta en el mapa internacional por el norteamericano William Spratling, profesor de arquitectura de la Universidad Tulane de Nueva Orleans, quien llegó a México en 1920 para ofrecer una serie de pláticas. Recorrió parte del país y escribió un libro sobre las bellezas que vio, y regresó para radicar en Taxco, donde impulsó el desarrollo de la platería, fundó un taller, creó una escuela de plateros y dio a conocer al mundo algunas bellísimas obras de los orfebres mexicanos.

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