POR RICARDO RUBÍN
LA CASA DONDE VIVIÓ Y MURIÓ LA VIRGEN MARÍA
Buenos amigos de este columnista me cuentan con detalles el viaje extraordinario que acaban de hacer, especialmente a Efeso, donde estuvo la casa donde vivió y murió la Virgen María.
Para ir a Turquía, me dicen, abordaron el moderno trasatlántico “Stella Solaris”, un barco de 18,000 toneladas y con capacidad para 620 pasajeros, que zarpó de El Pireo, puerto de Atenas. Visitaron varias islas del Mar Egeo como Creta, Santorini, Rodas, y Patmos, que son islas que cautivan, tan antiguas como la humanidad misma.
La entrada a Turquía la hicieron por el pintoresco puerto de Kusadasi, llamado antiguamente Efeso, que tiene cosas extraordinarias, como el Monasterio Koresos, donde está la humilde capilla que se dice se construyó donde estuvo la casa en que la Virgen María vivió sus últimos años. Es una capilla o ermita muy pequeña, pero la afluencia de visitantes es grande.
La historia es fascinante:
Según me contaron mis amigos, se dice que después que Jesucristo fue crucificado, su discípulo Juan llevó a su madre, la Virgen María, a la isla de Efeso, por razones de seguridad. La Virgen, según testimonios del Concilio Ecuménico del año 431, vivió un corto tiempo en una casa que estuvo cerca de la actual iglesia del Concilio, y más tarde se instaló en otra casa modesta construida en el monte Coressos, donde pasó el resto de su vida.
La casa cayó en el olvido hasta quedar en ruinas. En 1823, Catherine Emmerich, una monja alemana paralítica, tuvo visiones y describió el lugar donde debió estar la casa. En 1891, Eugene Poulin, director del Colegio de Esmirna, formó un equipo para investigar qué había de cierto en todo aquello. Después de arduos estudios y trabajos se encontró el asentamiento de la casa, y la autenticidad de la misma fue confirmada por un grupo de teólogos e historiadores.
En 1892 el obispo de Esmirna dio permiso para celebrar una misa en dicho lugar, y finalmente el Papa Pablo Sexto puso fin a las discusiones proclamando a dicha casa como lugar de peregrinación, y visitándola en 1967. Mas tarde, en 1979, el Papa Juan Pablo II también estuvo allí.
A la casa de la Virgen María se puede llegar por el camino que sale por la puerta de Magnesia. Los primeros vestigios que se ven son una cisterna redonda y una pared con arcos y nichos. La cisterna fue construida como abrevadero, y sus escalones desaparecieron con el tiempo. La casa tiene el aspecto de una pequeña iglesia con una cúpula sobre un plano en forme de cruz.
Hay una estatua de la Virgen en el ábside, colocada hace cien años. Parte del suelo de la casa está cubierto con lozas color gris, que se distinguen de las demás lozas de mármol que se dice ya estaban allí cuando vivió la Virgen María. A la izquierda hay un cuarto asimétrico que se cree era la alcoba de la Virgen, pero que no ha sido reconstruido.
La puerta de entrada a la ermita es baja y estrecha, lo mismo que la de salida. Para entrar, hay que quitarse los zapatos. La ermita es de piedra, y el espacio interior es pequeño y obscuro. Los visitantes entran en pequeños grupos, y recorren el interior iluminado por velas y veladoras encendidas. No hay asientos para sentarse, no hay imágenes excepto una pequeña cruz. No se oficia allí ninguna misa ni hay ningún sacerdote a la vista. Aunque ésta no es la casa original en que vivió la Virgen María, uno se imagina que la pobreza y la humildad de la pequeña ermita es semejante a la casa en que vivió la madre de Cristo, hasta su muerte, pensando en su hijo y llorando por él.
.Afuera de la ermita, agregan mis amigos en su interesante relato, sobre una tosca pared de piedra, hay unos cuadros hechos de piel y de manta, donde se colocan “milagros” y exvotos por favores que se piden a la Virgen. Según la tradición, cuando esos favores son concedidos, los “milagros” y exvotos deben retirarse.
Kusadasi es una ciudad típicamente turca, donde se notan las diferencias que hay entre Oriente y Occidente. Las mezquitas coexisten con las iglesias, y se ven por todas partes restos del Imperio Romano junto a emplazamientos hititas de la antigüedad. Turquía fue un bastión importante del imperio otomano, ahora es una República, y predomina la población de origen musulmán. Destacan también las ruinas de los palacios de las diosas Artemisa y Diana.
Es una ciudad que además de las ruinas de Efeso, ofrece otros atractivos como el Foro, el Odeón, la Biblioteca de Celso, la Vía Arcadia donde desfilaron muchas veces Marco Antonio y Cleopatra, y la Basílica de San Juan, erigida por el emperador Justiniano.