La majestuosa Catedral de la Ciudad de México.
POR RICARDO RUBÍN
LA CATEDRAL DE LA CIUDAD DE MÉXICO
La Catedral de la Ciudad de México es, supuestamente, el edifico religioso más grande del Continente.
Es una auténtica muestra del arte colonial mexicano y para construirla se necesitaron tres siglos. Se inició en un estilo renacentista español y se concluyó en el neoclásico francés de principios del siglo XIX.
La sección superior de la elegante fachada y las torres rematadas por unas singulares cúpulas en forma de campana fueron diseñadas por dos grandes arquitectos neoclásicos: Manuel Tolsá y José Damián Ortiz de Castro.
La Catedral de México ocupa uno de los costados del Zócalo o Plaza Mayor. A su izquierda está el Palacio Nacional; enfrente, el edificio del Departamento del Distrito Federal, y a su derecha un largo portal con comercios diversos, y en la parte superior del mismo uno de los hoteles preferidos por el turismo extranjero: El Majestic.
Junto a la Catedral hay otro edificio histórico, el Nacional Monte de Piedad, adonde acude la gente a empeñar relojes, alhajas y enseres del hogar. Entre ambos edificios está un pequeño obelisco con una placa que indica que es el kilómetro cero, y de donde parten todas las distancias de las calles que se prolongan a lo largo de la ciudad hasta los alrededores de la gran capital.
La planta de la catedral que está a nivel de la calle es la iglesia propiamente dicha, con sus atrios y salones especiales para los distintos santos que se veneran allí. En la parte inferior, o sótano, hay un laberinto de estrechos pasillos en los que hay nichos que guardan los restos de varios arzobispos de México, que reposan allí, así como una sección para los restos de gente adinerada, pues dichos nichos tienen un costo muy alto.
Del lado izquierdo de la Catedral, en un pequeño edificio anexo, en la parte superior están las oficinas del arzobispado, con su departamento administrativo. Allí acude la gente a tratar asuntos diversos y a pagar por bautizos, casamientos y primeras comuniones.
El umbrío y majestuoso interior de la Catedral de México está iluminado por unas vidrieras modernas por las que se filtra una claridad dorada y tenue. Tiene una superficie de cien metros por 46 de ancho y está divido en cinco naves.
Cerca de la entrada está el Altar del Perdón, con un enorme retablo del siglo XVIII, obra de Jerónimo de Balbas. En 1967, un incendio dañó tanto al altar como al coro vecino, cuyas sillas lucen ahora intrincadas y hermosas tallas, restauradas recientemente.
Al fondo de la nave central está el magnífico e imponente Altar de lo Reyes, también construido por Jerónimo de Balbas, y está considerado como una obra maestra del estilo estridente y ultra barroco de corte churriguresco.
Terminado en 1737, parece un gran nicho desbordado por una decoración de tallas, molduras, ángeles, santos y querubines pintados en oro. En el centro, dos pinturas representan la Asunción de la Virgen y la Adoración de los Magos.
A lo largo de los muros oriental y occidental de la catedral hay 14 capillas, muchas de las cuales se hallan sumidas en inexplicable oscuridad.
La Catedral de México, por su peso y su antigüedad, se está hundiendo como muchos edificios de la capital, y gran parte de su belleza está oculta por la armazón que apuntala todo el edificio.
Junto a la Catedral, sobre el lado derecho, frente al Palacio Nacional, una pequeña plaza con la estatua de Fray Bartolomé de las Casas, español que consagró su vida a la defensa de los indígenas.
Por cierto, en esa plaza todas las mañanas se reúnen trabajadores manuales como carpinteros, albañiles, electricistas que esperan que alguien vaya y los contrate para hacer pequeñas obras.