Imposible no contener el aliento ante la valentía de los clavadistas de Acapulco, que saltan al mar desde una altura de 40 metros.
POR RICARDO RUBÍN
ACAPULCO, LA PERLA DEL PACÍFICO
Ni Huatulco, ni Mazatlán ni Manzanillo han podido quitarle a Acapulco el título de “Perla del Pacífico”, porque dicho puerto sigue ofreciendo los mejores atractivos turísticos, y su legendaria belleza sigue siendo incomparable.
Por eso es el sitio de descanso preferido de los famosos y los ricos de México y del extranjero, y por eso su Calzada Costera se ve cada vez con edificios y condominios más altos y modernos, sitios de diversión más sofisticados, hoteles de primera, restaurantes de lujo y fraccionamiento de refinado buen gusto.
Acapulco sigue creciendo, y aunque Cancún y algunos otros sitios del llamado Caribe Mexicano atraen principalmente al turismo europeo, el puerto del Pacífico sigue siendo el preferido de lunamieleros y turistas de toda clase.
Y es que dicho puerto ofrece lo que no todos: un clima excelente y un ambiente animado y cosmopolita de día y de noche, paisajes asombrosos, un mar lleno de recovecos y contrastes.
En sus primeros años, las playas y cuevas rocosas de Acapulco atrajeron a muchos turistas. Luego se descubrieron sus playas como Caleta y Caletilla, de tipo popular, y La Condesa y Los Hornos para gente de mayor poder adquisitivo, pues están rodeadas de algunos de los hoteles más lujosos del puerto.
En Acapulco hay un estilo de vida muy propio y seductor, que se desarrolla en torno a las albercas de los grandes hoteles. Los turistas de billetera gruesa y tarjetas de crédito ilimitado no van tanto a las playas como antes: ahora gastan su ocio en las albercas, bañándose o asoleándose, leyendo, tomando la copa, charlando o dormitando. En esas albercas se encuentra ahora a las sirenas que antes nadaban en el mar.
Acapulco ofrece lo que ningún otro sitio turístico de México: los atrevidos y valientes clavadistas de La Quebrada, que se lanzan al mar desde lo alto de peñascos situados a 40 metros de altura. Lo hacen de día y de noche. De día, para la emoción de todo el público que se reúne en una explanada que hay frente a La Quebrada. De noche el espectáculo es más emocionante, pues los clavadistas suben por la pared de piedra alumbrados por un reflector.
Ya arriba, se hincan ante una imagen de la Virgen de Guadalupe, se persignan, y con una antorcha encendida que sostienen en cada mano, se preparan para lanzarse al vacío. Varios reflectores se encienden, y la respiración de todos se suspende cuando el clavadista se impulsa para lanzarse después de calcular que una ola ha entrado al estrecho canal. El hombre se lanza al espacio para caer precisamente cuando pasa la cresta de la ola. Transcurren unos minutos de duda y de zozobra, cuando el hombre surge de pronto en la superficie del mar, y la gente aplaude.
También en las aguas de Acapulco hay una estatua de la Virgen sumergida a una profundidad de siete metros que se puede admirar desde botes de fondo de cristal, o con snorkel y buceando.
El Revolcadero es otra playa que le ha dado fama a Acapulco. Es imponente el espectáculo de sus olas altísimas que revientan con gran estruendo en la arena... También está Pie de la Cuesta, donde se pueden contemplar los atardeceres polícromos más bellos del puerto, pero muy peligrosa para nadar, por la fuerte resaca que tiene... La isla Roqueta, ubicada en la bahía... Los cruceros que se hacen en barcos de vela o de motor por la bahía y los acantilados, con cantina libre y una pequeña orquesta para bailar, mientras el guía señala hacia arriba dónde están las residencias de gente famosa y artistas del cine.
La vida nocturna en Acapulco es de gran actividad, y entre los lugares preferidos por la juventud están Extravaganza, Baby’ O, Fantasy, Palladium, Andrómeda, Gallery y Salón Q. Como se ve, nadie puede quejarse de no encontrar en la “Perla del Pacífico” lo que busca.
