Vaduz, la capital del Principado de Liechtenstein, está enclavada entre los alpes y la ribera derecha del Rhin.
POR RICARDO RUBÍN
DENTADURAS Y TIMBRES EN LIECHTENSTEIN
Al este del Rhin, entre el Lago Constanza y los Alpes Suizos, está el Principado de Liechtenstein, que es uno de los territorios más prósperos de Europa a pesar de tener sólo 159 kilómetros cuadrados y una población de apenas 23 mil habitantes.
Tres industrias sostienen y han hecho rico a Liech, como suelen llamar a dicha ciudad los liechtenstienses: la fabricación de dentaduras postizas, la emisión de timbres de correo para coleccionistas y el turismo.
Llegamos temprano a Vaduz, capital de Liech, y nos hospedamos en el Hotel Real que sólo tiene 16 cuartos, un gran solarium y jardines muy bien cuidados. Después de un excelente desayuno hicimos un recorrido por la pintoresca ciudad donde abundan los restaurantes, los pequeños hoteles-posada, las pastelerías y las tiendas de antigüedades y souvenirs. Todo allí está dirigido al turismo, y en todas partes se encuentra gente que no hace más que comprar.
Todo Liech es un subir y bajar callecitas, y en los alrededores hay montañas con paisajes encantadores y casitas de campo que parecen de juguete. Es agradable ver pastar a las vacas en los prados de un verde intenso, con sus cencerros al cuello que suenan constantemente, la abundancia de flores por todas partes, y las columnas de humo azul que escapan de las chimeneas de las casas.
Todos recuerdan allí con cariño a la princesa Gina, madre del monarca, que pedaleaba su propia bicicleta para bajar del castillo al pueblo a comprar gasolina durante el racionamiento de la Segunda Guerra Mundial... No todos saben que el principado de Liech nació en 1719 cuando un acaudalado príncipe austríaco, Johann Adam von Liechtenstein, compró a Suiza dos condados en bancarrota, unió las tierras de ambos para hacer su propio principado, y por privilegio imperial obtuvo la independencia del mismo. Mas tarde, el príncipe Juan II, que reinó 71 años, dio el impulso definitivo a Liech al invertir en su desarrollo turístico 75 millones de francos suizos de su fortuna personal.
Hay en Liech dos temporadas turísticas bien definidas: Verano, de junio a septiembre; e Invierno, de diciembre a marzo. En lo personal prefiero el Verano porque me gusta el calor, no soporto el frío, y además no sé esquiar en la nieve.
Nadie sabe cómo empezó allí la fabricación de dentaduras postizas, pero ahora esta industria es tan rica que salen a diario cargamento muy valiosos de las mismas a todas partes del mundo. Por cuanto a la emisión de timbres postales para coleccionistas, cada año se emiten por lo menos 80 o 100 distintos timbres a precios altos y en ediciones suficientes para todos los filatelistas del mundo. También, cada año, hay una o dos convenciones de quienes coleccionan estampillas para hacer compras, intercambios y saber las cotizaciones del mercado.
Curiosamente, todos los visitantes que llegan a Liech se envían cartas o tarjetas postales a sí mismos a sus lugares de origen. Así, cuando llegan a casa encuentran esas cartas con los timbres sellados por el correo de Liech. Es algo así como comprarse un perfume en Francia, o un reloj en Suiza. Y muchos inician así su afición por la colección de timbres
Los bares en este pequeño principado son muy alegres, y siempre hay grupos de lugareños que cantan y muchachas que bailan luciendo los trajes típicos de Austria, Alemania y Suiza... Visita obligada al castillo real de Vaduz, donde viven los príncipes. Tienen secciones abiertas al público que se pueden visitar para admirar la grandeza y la suntuosidad.
Aunque el idioma oficial es el alemán, es muy agradable escuchar a las jóvenes liechtenstienses hablar el “alemannisch”, que es un dialecto común. Lo hablan en forma graciosa y musical, y destacan por su belleza y el color sonrosado que les produce el clima alpino cálido y seco al que llaman “foehn”.