CRÓNICA DE VIAJE
PÁTZCUARO, EL LAGO DE LAS CINCO ISLAS
En México, pocos lugares pueden compararse a Pátzcuaro, pues además de su lago, famoso por su historia y sus leyendas, es un pueblo encantador y único.
Pátzcuaro está al oeste de Morelia, la capital de Michoacán, a sólo 56 kilómetros de distancia, y una de sus características principales es que, en su lago, los pescadores usan desde sus frágiles canoas unas grandes redes circulares y ovaladas que le dan a dichas embarcaciones el aspecto de grandes mariposas flotando en el agua.
En ese lago hay riquísimas mojarras que se comen asadas o en diferentes guisos, lo mismo que pescados blancos de delicioso sabor. Hay también caracolillos, algas marinas, y pequeños camarones, sobre todo después de la época de lluvias. El lago es abastecido por varios manantiales subacuáticos, y aunque tiene una superficie de 130 kilómetros cuadrados, sólo 70 son aguas abiertas y libres de vegetación.
Se dice que se llama Pátzcuaro, en purépecha, por la gran cantidad de un batracio llamado ajolote que poblaba esas aguas. Aún lo hay, se pesca, y los lugareños lo comen como lo hacían los tarascos.
A medio lago está la isla de Janitzio, una de las cinco pequeñas islas del lago, con una estatua gigantesca de José María Morelos y Pavón, uno de los héroes de la Independencia de México. Tiene una altura de 40 metros, y se puede subir por su interior hasta el puño que sostiene en alto.
Desde allá arriba, se disfruta de una vista magnífica de las islas, del lago y los alrededores, donde hay otros pequeños pueblos indígenas. En Janitzio, la celebración del Día de Difuntos, los días uno y dos de noviembre, tiene fama internacional pues llegan miles de turistas a presenciar cómo los habitantes de todos los pueblos cercanos van allí a pasar la noche, con velas y veladoras encendidas, junto a las tumbas de sus muertos en el cementerio de la isla.
La ciudad de Pátzcuaro está en la parte sur del lago, y lo forman casas de adobe encaladas con techos de teja roja. Hay mansiones coloniales con balcones y escudos de armas, pues allí vivieron nobles españoles. Las calles son adoquinadas, y flota en el aire el perfume de madera quemada.
Pátzcuaro está en el corazón de la región indígena de los purépechas, y una de sus principales tradiciones y atractivos, el mercado popular de los viernes, atrae a visitantes de toda la región y a turistas, pues se exponen preciosas artesanías de madera, cuero, barro, vidrio, y tela.
Pátzcuaro es una ciudad tranquila, y posee varios puntos de interés: sus plazas en el centro del pueblo. Una es la Vasco de Quiroga, con una estatua de dicho obispo, defensor de los purépechas y los tarascos; la otra plaza se llama Gertrudis Bocanegra, en honor de una heroína desconocida de la guerra de Independencia. Allí se instala también un bullicioso mercado, hay grandes almacenes departamentales como en la mejor ciudad, y una bien surtida biblioteca en la vieja iglesia de San Agustín.
En el interior de esta iglesia hay cuadros valiosos del famoso pintor mexicano Juan O’Gorman sobre la historia de Michoacán. Un poco más allá está la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, donde se venera la imagen de la Virgen. Es un templo magnífico, de cinco naves, pero que por desgracia y por su enorme tamaño no ha podido ser terminada del todo.
Otro sitio que no debe dejarse de visitar es el Museo Regional de Artes Populares, que exhibe artesanías de toda la región, así como “La casa de los Once Patios”, un centro artesanal con talleres donde el visitante puede ver cómo se trabajan diversas expresiones artísticas, y que puede comprar allí mismo.
Por cuanto a su comida típica, hay que probar el pescado blanco del lago, los chiles rellenos, las chalupas morelianas, las corundas de carne de cerdo, el pollo entamalado. Para beber, la charanda, fuerte aguardiente de caña de azúcar.
