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Crónica de Viaje

Ricardo Rubín

La crianza de cocodrilos en Culiacán, Sinaloa

Uno de los lugares más insólitos que hay en México es una granja que se encuentra cerca de la ciudad de Culiacán, Sinaloa, en el noroeste del país.

Es una granja donde no se cultiva ninguna clase de hortalizas, frutas o legumbres. Se crían, por mejor decirlo, cocodrilos.

Y aunque la granja está situada en las costas del Océano Pacífico, los cocodrilos que se crían allí no son de esas aguas, sino del Océano Atlántico, de la especie conocida como Crocodylus Moreletii.

La granja ocupa cuatro hectáreas y pertenece a la empresa Cocodrilos Mexicanos, S.A. de C.V. (razón social que significa Sociedad Anónima de Capital Variable, para efectos mercantiles y del fisco), y mientras algunos cocodrilos son destinados a la reproducción, la mayoría se sacrifica para la venta de su piel que sirve para hacer bolsas, cinturones y adornos. También de esa granja se surte a varios zoológicos de México y del mundo, para la exhibición de dichos reptiles. El actual gerente de producción de dicha empresa es el biólogo Francisco León.

El criadero de cocodrilos ocupa una extensión donde abundan los lagunatos, con espacios bien protegidos para las distintas etapas del cuidado, crecimiento, apareo y nacimiento de los reptiles. Uno no deja de sorprenderse y sentir cierto temor, pues es frecuente que al caminar se encuentren a pocos pasos a esos pequeños animalitos también caminando, jugando o corriendo a una velocidad increíble. Los cocodrilos tienen tanta velocidad de desplazamiento tanto en tierra como en el agua.

La granja tiene dos áreas principales: una con docenas de casetas de incubación y cobertizos, y otra con grandes estanques rodeados de una gruesa malla, donde se mantiene a los cocodrilos adultos. Aunque se trata de cocodrilos salvajes, parecen estar bien entrenados y por medio de altavoces se les indica cuándo es la hora de comer. Curiosamente, los cocodrilos se acercan a los comederos y comen mejor cuando escuchan la música constante que se transmite por los mismos altavoces. El alimento principal de estos animales son los pollos crudos.

La granja se inició con cien primeros cocodrilitos nacidos en 1989, y el año pasado llegaron a siete mil 300 nuevas crías. El apareamiento de estos reptiles es al inicio de la primavera, y en mayo las hembras construyen sus nidos que forman con hojarasca y ramas para hacer un cono de metro y medio de diámetro. Cuando concluyen, orinan el cono, para que esa humedad acelere la descomposición del material vegetal y haya el calor necesario para que los huevos que ponen dos o tres días después, se reproduzcan con mayor rapidez.

Las crías del cocodrilo nacen 70 días después que la hembra arrojó sus huevos, y al nacer tienen apenas el tamaño de la mano extendida de un hombre. Son de color claro, tienen una consistencia suave y emiten un grito como el de los polluelos. Curiosamente, el sexo de los cocodrilos lo determina el calor: si la temperatura que los incuba es baja, nacen hembras; si la temperatura es alta, nacen machos. Después de nacer, los cocodrilitos son llevados a una cueva obscura donde viven dos años, y cuando alcanzan una longitud de 1.20 a 1.50 metros son llevados a un estanque circular. De allí saldrán al rastro donde son sacrificados, o si muestran un gran poder de reproducción, se conservan para aumentar las crías.

La granja donde se crían los cocodrilos está a 15 kilómetros al sureste de Culiacán, cerca de la carretera a Villa Juárez, Sinaloa. La granja acepta la visita de turistas y grupos escolares durante todo el año, excepto en la temporada de reproducción, comprendida del primero de abril al 20 de septiembre.

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