La curiosidad mató al gato y mi padre quiso ver el video de la ejecución de Saddam Hussein. Maravillas de nuestro tiempo, en treinta segundos estaba el video listo (www.youtube.com) con toda su sordidez en imágenes ennegrecidas y de baja resolución. Pronto y para bajar la tensión recordamos aquel pésimo chiste, donde un hombre está por ser ahorcado y le preguntan si tiene un último deseo, a lo que responde: ?¿no me pueden poner la soga en la cintura? Es que en el cuello siento que me ahogo?. Risas y a comer. Asunto superado. El horror sigue y en Estados Unidos ya se vende un Saddam Hussein ahorcado y con una camiseta con mensaje chusco.
Al final el humor, bueno o malo, blanco o negro, es uno de los pocos elementos humanos indispensables y omnipresentes, es un cascabel que no reconoce a Dios ni al diablo. Los chistes y bromas se subdividen en infinitos géneros: de mexicanos, argentinos, gangosos, gordos, chaparros, tontos, extraterrestres y cuanta cosa vista o imaginada.
Ninguna situación es inoportuna para el humor, Víctor Frankl consigna en sus textos varios de los chistes que los prisioneros decían para sobrellevar con cinismo y filosofía la brutalidad de los campos de concentración Nazis. Al otro día del ataque a las torres gemelas, por las calles de la capital ya circulaban los chistes: ?¿en qué se perecen las torres a dos tortas de huevo? En que nomás con dos boing se bajan?. No hay barreras ni santos ni fronteras, no se salva Buda, ni el Papa ni Bush ni Saddam ni Cristo. Todos sucumben ante el arte de fabricar una frase o acto estúpido que trastoque todo en una carcajada.
Pero como bien señalan los conocedores, ser estúpido requiere práctica e inteligencia. El humor y la ironía están tejidos con delgadas fibras: ser menso es cosa de artistas. Uno de ellos es Sacha Cohen, cómico británico, historiador egresado de Cambridge y creador de personajes como Ali G y el maestro de maestros: ?Borat?. Aquí viene mi recomendación para que estén al pendiente de nuestra magra cartelera cinematográfica y corran a su sala más cercana en cuanto la película de Borat esté disponible.
Borat Sadghiev es un supuesto reportero de Kazajstán que viaja para aprender y conocer a la gente y la cultura estadounidense. Aprovechándose de ello juega con la credulidad de sus entrevistados y armado de una inocencia que pronto se transforma en escatología y mal gusto, logra sacar a la luz el lado oscuro de la conciencia norteamericana.
Así, en un club de música country logra que los asistentes canten en coro su canción ?Lancen al judío al pozo? (la ironía es redonda si uno considera que Sacha es Judío) y junto con unos adolescentes blancos se lamenta por la desaparición de la esclavitud. Borat es homofóbico, racista, machista y anti semita. Pero también piensa que el sexo con hombres es de valientes y que los afroamericanos tienen una encantadora ?cara de chocolate?.
Borat es un personaje inteligentemente estructurado por Cohen, un amasijo de contradicciones, tonterías y candidez que raya en una bizarra forma de ternura. Incómodo, incorrecto, antihigiénico, garantía de pena ajena, Borat es una apuesta humorística arriesgada e inteligente. Va pues la recomendación para quienes se regocijan con el humor irreverente y que no deja títere con cabeza. No se pierdan a Borat y si lo ven, aviso, no es para todos los gustos. No acepto reclamaciones, que hay que tener estómago y amplio criterio para degustar platillos exóticos sin morir en el intento.
PARPADEO FINAL
?Una única cosa le he pedido a Dios, una nimiedad: ?Oh, Señor haz ridículos a mis enemigos?. Y Dios me la concedió?. Tal cosa dijo Voltaire y es justo mi deseo personal y colectivo para este año. Ante la necedad propia o ajena que cada quien acuda a la risa que nada perdona y todo lo salva. Abrazos y hasta la próxima semana.
E mail
cronicadelojo@hotmail.com
