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Crónica del Ojo / FINALES FELICES

Miguel Canseco

Su papá le rompió la clavícula cuando tenía cinco años. Su madre era una fumadora compulsiva y vivía en una nube de valium. Su hermano, increíblemente dotado para el dibujo, se sumió en una depresión profunda, se aisló del mundo y se dedicó a llenar cuadernos con garabatos ininteligibles hasta que finalmente se suicidó. Su otro hermano se dedicó a pedir limosna en la calle, (semi desnudo, sentado sobre una tabla con clavos, como un yogui urbano). Así es la historia familiar de Robert Crumb, el más célebre dibujante de los años sesenta, acorde a la película Crumb de 1994. Para mi mala suerte, fui a ver esta cinta documental con una chica que me agradaba bastante, con la idea de pasar un buen rato de cine independiente. Desafortunadamente, la vida de Crumb resultó ser un alud de obsesiones, traumas e historietas con argumentos llenos de violencia, sexo y racismo. Crumb es todo un héroe del comic subterráneo que no tiene miedo, decencia, pudor ni empacho para dibujar sus traumas sexuales y sus miedos personales, un tipo que apenas sobrevivió a su familia y cuyo único anclaje vital es el dibujo y las horas que pasa encerrado, en posición fetal, escuchando música de los años veinte. Al final la película da un atisbo de luz, cuando Crumb se muda a Francia en busca de una paz, que por lo visto hoy, a sus sesenta y cuatro años, ha encontrado. Pero el bombardeo de dos horas de pornografía, hiper violencia, depresión y política fue demasiado para mi acompañante que salió en silencio, lanzándome miradas de incredulidad y susto. Sobra decir que a partir de entonces no me contestó ninguna llamada. Por mi parte quedé en shock, por la calidad del dibujo de Crumb, por su osadía y sobre todo, por la complejidad de su obra, que a decir de muchos críticos se encuentra en la misma línea y es incluso equiparable, como testimonio social, a la obra de Goya o Brueghel. Crumb es insultante, pero debajo de sus imágenes ásperas se encuentra un fino bisturí que disecta el lado obscuro del ser humano y si se sabe leer entre líneas, es también la historia de un hombre sensible, dolorido, pero frágil y humano. Crumb no es para aquéllos que se quedan con la primera imagen, requiere de un análisis detenido para entender su contexto y sus intenciones y saber que sus historietas son un reflejo distorsionado del mundo real, como una casa de espejos, donde se pasa de lo monstruoso a lo humorístico, del alarido a la carcajada. Así pues, hace más de diez años descubrí a Crumb, estropeó mi cita y salí del cine tan triste como él. Todo eso quedó en las calles del DF. Ahora en Torreón conocí a una chica que me regaló las obras completas de Crumb, en edición de lujo. Puedo decir que la felicidad se dibuja en el aire y mis gustos ya no espantan a nadie. Crumb es feliz en París, yo soy feliz en La Laguna. El tiempo va colocando las cosas en su sitio y la chica que yo quiero ya no se escama con mis películas ni mis libros. Gracias por el libro Paty, confirmo lo que decía Wilde ?Las mujeres nos aman por nuestros defectos; y si tenemos bastantes, nos perdonan todo, hasta nuestra inteligencia?. Yujuuu. En esta parte es cuando salen los títulos finales, uno se aleja espaldas a la cámara y salta, chocando los talones.

PARPADEO FINAL

Ahora pululo en Zacatecas, al menos por una semana. Quisiera decir que son vacaciones, pero me traen a mecate corto chambeando. Lo más triste es que me confundieron con un tal Reynaldo Gómez. Ahora no puedo mirarme al espejo sin pensar en ese nombre. Como cuando se me pegó la canción de Za Za yakuzá, ahora vivo en un estado de pesadilla. ¡Help!

cronicadelojo@hotmail.com

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