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Crónica del Ojo / ¿POR QUÉ NO TE CALLAS?

Miguel Canseco

Gracias Hugo Chávez, gracias Rey Juan Carlos (“Mi Rey”, como le dijo Fox) gracias por agregar un poco de pimienta en esos monumentos al aburrimiento que denominan “cumbres”, o lo que es igual, teatros donde los mandatarios lucen sus más hipócritas sonrisas mientras tejen oscuros tratos y se reparten coces debajo de la mesa. Prefiero chutarme un partido amistoso entre el Veracruz y el Tigres antes de asistir a un evento de ésos. Sin embargo la diplomacia ha probado ser un mal necesario, un arte de luces y sombras y al final, el método más eficaz para destrabar conflictos y abrir paso a los intereses de tal o cual Estado. Hace dos mil años Sun Tzu lo señaló con frialdad: “las armas más eficaces del Estado/ no deben mostrarse a los hombres”. La diplomacia establece pautas de comportamiento y de lenguaje ajenas a las del ciudadano común. La diplomacia, lo recalco, es un teatro, con utilería, vestuario y parlamentos preestablecidos. Ahí llegan los actores para envolver las mentadas de madre en los más delicados brocados verbales. Por eso resulta refrescante, entre tanto acartonamiento, la llegada de reverendos nacos como Hugo Chávez. Lo escucho y tengo un doble sentimiento. El primero es emoción y risa, aquella hilaridad de estadio de futbol cuando alguien dice el piropo o la peladez que uno no se atrevió a enunciar. Chávez tiene razón: sí, Bush es un maniático y huele a azufre, si Aznar es un ultraderechista que, efectivamente, apoyó el golpe de estado en Venezuela. Sí, es cierto mucho de lo que dice... pero cómo lo dice. Ahí viene mi segundo sentimiento: otra vez la risa, esta vez con tristeza y asco. ¿Hugo Chávez es una blanca paloma? Para nada. ¿Adalid de la democracia? En absoluto. ¿Su nulo tacto diplomático ayuda a Venezuela? Lo dudo. Hay dos extremos en la negociación internacional: uno, la avestruz, que se mantiene al margen y al callar otorga y dos, el mesiánico, que dicta su verdad y decide sobre el futuro al calor del momento. Ambos llevan al desastre. En diplomacia el fin no justifica los medios. Los medios, las formas, por risibles y teatrales que sean tienen una función. Romper las formas es un recurso barato. Esa lección nos la dejó Chente. Fox nos dejó mal parados en todas partes y lo que en su campaña fue gracejada en su presidencia fue pena ajena y en su ex presidencia ya es puro ridículo. Y es que Fox no se calla, con un demonio. Ahora imaginemos a Chávez, más exhibicionista que Fox, sin duda ingenioso, con una visión de la realidad distorsionada (pero con una estrategia de acción real). Chávez es un ego desbocado que centra su fuerza en una retórica que puede servir para las masas no pensantes, pero que, en un foro internacional pronto resulta inoperante. El rey Juan Carlos perdió la paciencia y su “por qué no te callas” ya es el tono de celular más buscado en España. La cumbre tuvo su momento “cumbre” en su punto más bajo. Chávez deja claro como su retórica del resentimiento es, a lo sumo, chistosa. Las consecuencias de ese uso irreverente del lenguaje distarán de ser cómicas. Al final, la política nos deja otro penoso espectáculo que afirma lo dicho por Octavio Paz: “Ningún pueblo cree en su gobierno. A lo sumo, los pueblos están resignados”. Triste realidad. Y es que cómo creerle a tantos brutos con poder que no saben cómo callarse.

PARPADEO FINAL

De a tiro el oficio menos respetable es el de político. Aunque es el mejor pagado. Por mi parte sé que no sirvo para esas cosas. Llevo tres semanas manejando y ya empecé a gritar pestes. Chale. Nomás pongo las manos en el volante y me pongo como Chávez en la cumbre: tarugo y regañón. En fin.

Chavistas y monárquicos, espero sus correos en cronicadelojo@hotmail.com. Sale y vale, nos leemos luego.

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