LA ENSEÑANZA
DE MALINCHE
Siempre tolerante, Paty ha soportado mis periodos obsesivos con temple y galanura. Su secreto reside en el arte de mandarme al diablo de manera sutil, en los momentos precisos. Así son las cosas de pareja y ni modo. Doy un ejemplo: hace un año leí la biografía de Hernán Cortes escrita por José Luis Martínez y publicada en grueso tabique por el FCE. Me acababa de refinar las memorias de Adriano y La Guerra de las Galias, así que andaba en onda bélica y para seguir en los trompones pues me remití a Cortés y de plano me envicié con la saga de este joven aventurero que aplicó todas y cada una de las reglas de Maquiavelo (aunque nunca lo conoció) en su brillante y sangriento avance sobre la antigua Tenochtitlan.
A cada paso me obsesionaba más y no paraba de contarle cuanto detalle del libro a Paty, llegando a extremos como empezar una conversación diciendo: ¿Qué crees que hizo Cortés hoy? Ya la pobre me alucinaba, andaba asoleada con mis cuentos sobre la Conquista. Cuando terminé el libro me dio la misma tristeza que cuando se acaba una buena película. Paty, por su parte, se sintió aliviada. En fin, gran libro, lo recomiendo mucho. Se queda en mi memoria, de manera especial, la historia de Malintzin o Doña Marina, mejor conocida como La Malinche.
Acorde a los testigos, Malintzin era una muchacha 15 años descrita por el propio Cortés como ?de buen parecer, entrometida y desenvuelta?. Malintzin llegó a manos de los españoles como parte de un paquete de maíz, mujeres y joyas que los tabasqueños entregaron como gesto de paz. Al notar Cortés su carácter extrovertido y sobre todo, su dominio del náhuatl y el maya, le ofrece ?más que libertad? a cambio de su trabajo como intérprete y secretaria.
Entonces, por un lado tenemos a unos caciques que la regalan como esclava y por el otro, a un fuereño que le ofrece un cargo, dinero y libertad. La decisión de Malintzin es obvia y sigue a los conquistadores en su aventura, aprende pronto el español y resiste duras batallas al punto que Bernal Díaz relata que ?aunque estábamos heridos y dolientes jamás vimos flaqueza en ella, sino muy mayor esfuerzo que mujer?. El carisma de Malintzin, hizo que el propio Cortés fuera apodado ?Malinche? (de ahí el nombre), porque siempre estaba con ella. Doña Marina le dio un hijo y murió, antes de cumplir los 30, siendo señora de Olutla y Jáltipan. Gran recompensa fue re descubrir a este personaje y verla como una adolescente de inteligencia excepcional, que supo ganar su libertad y el respeto de propios y extraños.
Tal es la parábola de la Malinche, vendida por mercaderes, regalada por caciques y cuyo talento fue finalmente aprovechado por Cortés. Esto me hace pensar en nuestros científicos y artistas, en las nominaciones al Oscar, en Gabriel Orozco, en las guitarras de Rodrigo y Gabriela que triunfan en Europa, en todos los mexicanos que no obtienen un quinto por su talento y deben huir para ser valorados en otras tierras. El nuestro es un país empobrecido, que trata de lidiar con sus necesidades urgentes (pobreza, violencia, corrupción) y no presta atención a sus cerebros, que al final, son los únicos que pueden redimirlo. Así se completa nuestro fatal círculo vicioso. Tal es la enseñanza de Malintzin, que prefirió ser un talento en manos extranjeras, que ser esclava en una tierra que le dio la espalda. Salud por ti, Malintzin.
PARPADEO FINAL
Y cuando saco este tema se siguen amarrando navajas entre mis cuates. Mi tía casi me ahorca por elogiar la estrategia de Cortés. Pero lo peor es cuando en son de broma me pongo a cuestionar la sexualidad de Pedro Infante. No lo vuelvo a hacer, porque la raza se prende gachísimo, hay íconos intocables, verdad de Dios?
E-mail:
cronicadelojo@hotmail.com