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¿Cuál es la diferencia?| Las laguneras opinan

Mussy Urow

Esta semana ha sido especialmente violenta. La masacre en el Instituto Tecnológico de Virginia en los Estados Unidos acaparó titulares y noticieros a nivel mundial. La noticia de que un joven de 23 años haya sido capaz de aterrorizar y matar a tantas personas, nos llena de espanto, pero inmediatamente hacemos un juicio mental para justificarlo: “son actos de solitarios y resentidos; aquí no pasan esas cosas”. Al mismo tiempo, entre martes y miércoles, se anuncian en nuestro país, en diferentes estados, al menos 35 muertes, -en tan sólo dos días- y en teoría, relacionadas con el narcotráfico. En Irak escala la violencia de una guerra civil (disparada por la intervención de una potencia extranjera) complejísima y en Dafur, la verdad, no llevo la cuenta, está muy lejos; además, si lo que tenemos cerca no impide que sigamos viviendo como si nada... ¿quién piensa en aquellas lejanías?

El historiador franco-norteamericano y profesor emérito de la universidad de Columbia, Jacques Barzun, en su obra “Del amanecer a la decadencia”, analiza 500 años de la vida cultural de occidente, desde el año 1500 a 2000. Objeto de su estudio son, principalmente, Europa y los Estados Unidos. Barzun dice que cuando una sociedad acepta el absurdo y la frivolidad como algo normal, esa cultura ya es decadente.

Hay muchos síntomas de decadencia, no sólo en Europa o Norteamérica. En México, como en tantos otros países de América Latina, se copia a la perfección la parte negativa del progreso y no sólo aceptamos lo absurdo y frívolo vorazmente, sino que también tomamos ya como parte del ambiente cotidiano una creciente ola de violencia que aparece y desaparece de los encabezados como la marea del mar. Desde 1993, para no irnos más atrás, cuando se empezó a saber de las “muertas de Ciudad Juárez”, se van sumando ahora todos estos asesinatos. Que si son luchas internas de los cárteles y es mejor que se maten entre sí, como pareció ser la blandengue política de Vicente Fox o prometen ser más eficientes las amenazas del presidente Calderón, quién sabe. El caso es que ya llevamos mucho tiempo con lo mismo y nadie se sorprende, porque todo parece normal.

Cada generación cree que su tiempo es diferente, pero basta echar una mirada atrás y darse cuenta que la historia del hombre ha estado siempre teñida de violencia. Barzun define a la historia como “la percepción simultánea de las diferencias y similitudes del pasado con el presente”.

Recientemente se ha transmitido por el canal de televisión HBO una serie llamada Roma. La historia del Imperio Romano ha ejercido siempre una especie de fascinación, no solamente en historiadores sino en toda clase de personas: gobernantes, militares, artistas, políticos, intelectuales. La Roma Imperial es una interesantísima y bien documentada época para el estudio de muchas cosas; una de ellas, la conducta humana. Esta serie en particular está bien realizada, con una ambientación extraordinaria y el punto de vista, además del de la clase privilegiada de senadores y familias importantes, es la de dos legionarios que acompañan a Julio César en sus campañas. Sorprende la sofisticación política que ya existía entonces; las intrigas y los acomodos en el Senado romano, las luchas de poder, que no piden nada a nuestros políticos o al Congreso. Sin embargo, la violencia y la agresividad con que en Roma se ajustaban cuentas o se quitaba de en medio rivales, a cualquier nivel, es casi primitiva, elemental, de una crueldad escalofriante. Uno cree que esas cosas pasaban sólo entonces, pero resulta que en pleno siglo XXI siguen ocurriendo exactamente igual.

Por lo tanto ¿cuál es la diferencia después de 2000 años de civilización y progreso? Ahora, al menos en los Estados Unidos, se defienden a ultranza la libertad y el derecho a tener armas, como si aún se viviera en cuevas donde pudiera meterse un oso o una manada de lobos a disputar el espacio. En México, donde está prohibido tener armas y hacerlo legalmente es dificilísimo, hay una vista gordísima hacia el mercado negro que, como todo mundo sabe, funciona con una impunidad absoluta: ¿cuál es la diferencia?

Al día siguiente de la masacre en Virginia, un analista del New York Times comenta que “se han elevado las voces para deplorar que los profesores y los estudiantes no estén autorizados a ir armados pues de ese modo, uno de ellos habría podido neutralizar al agresor”.

Violencia para la violencia. Eso es lo normal. Y en México, mirar hacia otro lado. Los síntomas de la decadencia siguen apareciendo; lo triste es que nuestro país, con esto de la globalización pase de ser un país en desarrollo y promesas de crecimiento al declive total, sin haber conocido nunca la prosperidad, sólo porque los signos de la decadencia no se percibieron a tiempo.

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