Francisca Saucedo (tercera de izq. a der.) acompañada por sus tres hijas y su fiel amigo Nico.
Doña Francisca Saucedo tiene 102 años de edad y aunque nació en Zacatecas, es lagunera de corazón. Entre su mar de recuerdos rescata el de cuando se vino a vivir a Torreón, allá por la década de los 50, cuando esta ciudad lucía muy distinta.
TORREÓN, COAH.- Originaria del estado de Zacatecas pero lagunera de corazón, Francisca Saucedo de Cardona cuenta con 102 años de vida. Además, es madre de seis hijos, abuela de 22, bisabuela de 37 y tatarabuela de siete pequeños.
Debido a su avanzada edad, perdió la vista de su ojo izquierdo, sin embargo su estado de salud es considerado como muy bueno, de acuerdo a una serie de análisis que le fueron practicados hace algunos meses.
Acompañada por su inseparable mascota de nombre Nico, un french poodle de 14 años y tres de sus hijas, Trinidad, Rosa y María, con dificultad Francisca cuenta cómo es que decidió vivir en Torreón ayudada por una de sus hijas.
“Todo era diferente”, dice Francisca sentada en un sillón mientras el pequeño Nico se encuentra recostado sobre su pierna izquierda escuchando atento.
Francisca, recuerda, de acuerdo a lo que Genoveva su madre le platicaba, que sus padres abandonaron su pueblo San Pedro Piedra Gorda, Zacatecas y se trasladaron a Torreón en busca de una mejor oportunidad de vida.
Su madre estaba embarazada de ella, cuando por cuestiones de trabajo, regresaron a su pueblo, en donde días después, un 14 de octubre de 1904, nació Francisca.
“Si mi abuela se hubiera esperado un poco más, mi madre hubiera sido lagunera de nacimiento”, dice Rosa, quien también ayudó a su madre en su relato.
SU ARRIBO
Francisca realizó gran parte de su vida en aquel pueblo del estado de Zacatecas. Ahí conoció a Jesús, quien fuera el padre de sus seis hijos.
Aunque sus hijos abandonaron el pueblo en busca de mejores trabajos y estudios, Francisca nunca se alejó de su esposo.
Fue en los años 50 cuando tres de sus hijas decidieron vivir en Torreón. “Desde entonces comenzaron los viajes de mi madre, para visitarnos y también a una prima de ella”, dice Trinidad.
Tras la muerte de Jesús, su compañero, Francisca decidió mudarse con sus hijas, quienes actualmente la atienden.
“La Paloma Azul”, dice Francisca, “siempre se acuerda de ese barrio”, dice Rosa, su hija, “cuando venía a vernos iba mucho para allá, es la parte en donde ahora se encuentra la Plaza de Toros y aquellas colonias como: La Moderna y la colonia Ana”, explica.
Antes según dicen sus hijas, la gente paseaba alrededor de la plaza, “había musiquita, a mi madre le gustaba mucho un grupo que se llamaba los Churumbeles… pero de eso ya nada queda”, comenta Trinidad.
Francisca escucha atenta lo que sus hijas platican, moviendo su cabeza para decir si y no, según fuera el caso, mientras que Nico, su fiel mascota, tomaba una siesta echado a un lado de sus pies.
Aunque Francisca no ha tenido la oportunidad de festejar los 100 años de Torreón, ciudad que adoptara como suya hace ya cuatro décadas, sus hijas se han encargado de proporcionarle los detalles de cada festejo.
“Nos gustan más los festejos que se hacían antes… me acuerdo de los 50 años de Torreón como ciudad, la coronación de la reina, no había mucho desorden, todo era muy bonito… ¿verdad mamá?”, pregunta Rosa a su madre su opinión a lo cual contesta con un sí moviendo su cabeza.
LA FIESTA
Francisca al ser cuestionada sobre su edad dice, “pues ya ni me acuerdo, pues nací en 1904”, dice, mientras sus hijas dejan salir una discreta carcajada.
Trinidad comenta que en el cumpleaños número 100, su madre no pudo ser festejada, pues sufrió una caída, la cual le costó una operación de cadera. “Entonces no la pudimos festejar porque estaba recién operada”, comenta Trinidad.
Pero ahora que está a punto de cumplir 103 años de vida, sus hijas le prepararán una pequeña fiesta, “primero saldremos a misa para después hacerle algo aquí en casa”. Francisca sólo sonríe cuando escucha las intenciones de sus hijas, quienes se han dedicado al 100 por ciento a sus cuidados, tanto que no se han separado de ella, desde que hizo su arribo a la ciudad de Torreón, hace ya más de 40 años.