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CUMPLEN CON SU MISIÓN

EL SIGLO DE TORREÓN

Para cumplir con su primera misión, los Médicos de la Risa de La Laguna viajaron el pasado 30 de marzo rumbo a El Salto, Durango.

Junto a los misioneros de la Universidad La Salle Laguna (ULSA), los clown de hospital emprendieron el viaje con la firme intención de llevar una sonrisa para chicos y grandes de la Sierra de Durango que enfrentan alguna discapacidad física o diversos problemas de salud.

Médicos de la Risa y misioneros, en sí dos labores diferentes pero con varias similitudes: convivir con los que menos tienen y llevar amor y alegría a comunidades marginadas. Una amalgama interesante resultó entre los misioneros y los Médicos de la Risa que ya no podían ser dos grupos, simplemente eran llamados los “medisioneros”.

El pueblo base de este grupo fue la comunidad Los Negros, ubicada a unos diez minutos de El Salto, Durango, en donde tuvieron la oportunidad de convivir durante toda una semana en fraternidad, conocer a los habitantes, llevar trabajos de manualidades a las señoras, pláticas y catecismo para niños y jóvenes y mucha diversión.

Los Médicos de la Risa se dieron a la tarea de recorrer gran parte de la Sierra de Durango, tramos a pie, unos más en transporte o de “rait”, y la gente gustosa acompañaba y bromeaba con estos personajes. En todo momento mostraban sorpresa y extrañeza por sus originales atuendos y su inconfundible nariz roja.

La búsqueda de los pacientes en los domicilios particulares fue ardua, pero no impediría a los médicos cumplir con su misión de llevar salud, alegría, juegos, diversión y amor a quien más lo necesita.

Desde niños hasta abuelitos, los médicos arrancaban sonrisas y dejaron un mensaje de paz y esperanza a cada uno de sus “pacientes”.

“Ya vienen los médicos payasos”, gritaban los niños cuando escuchaban el tambor que anunciaba la llegada de estos singulares personajes.

Sol, frío, viento y caminos inconclusos eran ya paisajes familiares para los doctores que no se cansaban de saludar y regalar sonrisas a todos los que se cruzaban en su camino.

En la sierra se respiró un ambiente mágico durante una semana, que seguramente durará por mucho tiempo en la mente y en los corazones de aquella gente humilde, en aquéllos de quienes menos tienen económicamente hablando, pero que son a la vez los más ricos de espíritu y te entregan todo de buen corazón, ofreciendo grandes lecciones de vida y amor al prójimo.

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