Cada año solar olmeca se dedica a una enseñanza o palabra clave que, en 2007 ha sido "la protección de la Madre Tierra", según informó López Fierro cuyo "tótem" como chamán es "garra de jaguar".
Santiago Tuxtla (México).- Con la luna en su cénit presidiendo la ceremonia cerca de un centenar de descendientes de la cultura olmeca, y algunos curiosos inevitables, dieron la bienvenida al año nuevo de su calendario en la zona arqueológica de Tres Zapotes, en el este de México, un lugar mágico para aquellos.
En la medianoche del primer día de marzo, como hicieran sus antepasados, estos herederos de la civilización prehispánica encendieron el "fuego nuevo" en lo alto de Loma Camila, montículo ubicado en el estado de Veracruz donde desde hace 3,000 años es considerado por ellos como una "puerta dimensional", según explicaron los "chamanes" o sacerdotes allí presentes.
"Bienvenidos todos a este centro ceremonial para entrar en comunión con el cosmos y recibir toda la energía de la naturaleza que nos envían nuestros ancestros", dijo de madrugada Yasmine Copete, presidenta municipal de Santiago Tuxtla.
La alcaldesa, que se declaró orgullosa de estar presente porque "como dicen los abuelos, en estas tierras está mi ombligo", aclaró que la ceremonia del año nuevo olmeca es una "tradición histórica, que nada tiene que ver con la brujería".
Loma Camila es un pequeño montículo verde bajo el cual, dijeron los chamanes, se cree que hay una pirámide olmeca o de los "habitantes del país del hule" (1,150-400 a. de C.).
Los olmecas fueron la primera gran civilización conocida en la América prehispánica, asentados sobre una extensa franja del este de México en la zona que hoy ocupan los estados de Veracruz y Tabasco, de la que quedan pocos vestigios entre los que destacan las monumentales cabezas hechas con piedra.
"Éste es un 'teocali' o casa de energía que funciona como una "pila" para absorber la energía del universo. Si abres tu corazón en este lugar, te conviertes en una antena al cosmos", declaró el antropólogo Manuel López Fierro, uno de los participantes en el acto.
Para lograr esta receptividad se requiere una preparación previa: los llamados "guardianes del fuego" que danzan alrededor de la hoguera ceremonial deben permanecer ese día en ayunas y rezar en el interior de cuatro chozas de rama situadas en los cuatro puntos cardinales.
Cuando llega la medianoche los "danzantes" suben al cerro y prenden una fuego purificador a cuyo alrededor bailarán hasta el amanecer pidiéndole al año que comienza que sea benévolo con ellos y su gente y los libre de rencores o envidias.
La cultura olmeca se regía por dos calendarios, uno sacerdotal de 260 días (trece meses de 20 días lunares) y otro civil, de 360 días solares, que indicaba al pueblo cuándo cosechar o cazar determinado animal y que comienza coincidiendo con el primero de marzo gregoriano.
Cada año solar olmeca se dedica a una enseñanza o palabra clave que, en 2007 ha sido "la protección de la Madre Tierra", según informó López Fierro cuyo "tótem" como chamán es "garra de jaguar".
"Estamos convirtiendo a la Madre Tierra en un basurero, la estamos sobreexplotando y va a llegar el momento en que se ella se va a liberar de nosotros si no tomamos conciencia", alertó un representante de la Coordinadora Nacional de Pueblos Indios, encargado de dirigir la ceremonia.
Además de la alcaldesa de Santiago Tuxtla hubo otros funcionarios presentes por primera vez en este rito prehispánico "porque por fin el Gobierno se implica para dar auge a la cultura olmeca, madre de todas las culturas de Mesoamérica", dijo la presidenta municipal.
Bajo el grito de "mexicatlahui" o "bienvenido hermano", fueron recibidos por los participantes el secretario (ministro) de Turismo de Veracruz, Gustavo Sousa, y el senador de la República, Arturo Herbiz Reyes.
Hasta el 5 de marzo los responsables turísticos han organizado ciclos de confererencias sobre los hallazgos arqueológicos de la zona de Tuxtla, la cultura olmeca y sus tradiciones, que se desarrollarán en el Auditorio Museo de Antropología del municipio.