El féretro con los restos mortales del clérigo Abdul Rashid Ghazi, muerto en el cerco de la Mezquita Roja de Islamabad, es trasladado en un vehículo durante su funeral en Basti Abdullah, Pakistán. (EFE)
Miles de personas acudieron ayer al funeral del clérigo radical Abdul Rashid Ghazi, muerto en el asalto a la Mezquita Roja de Islamabad, mientras las autoridades llevan a cabo el entierro masivo de los muertos en la operación, sin dar aún cifras definitivas.
Las últimas informaciones oficiales cifraban en 73 los radicales armados y en 10 los soldados muertos, aunque los servicios secretos hablan de, por lo menos, 286 cadáveres retirados de la mezquita tras la operación, que se prolongó durante dos días.
El portavoz del Ejército, Waheed Arshad, insistió ayer ante los periodistas en que el recuento de cadáveres aún sigue en marcha y que por tanto no puede informar del balance de fallecidos en el asalto.
Entre esos muertos figura Ghazi, cabecilla de los radicales armados atrincherados, cuyo cadáver recibió ayer sepultura en su localidad natal de Basti Abdullah, en el centro del país.
El funeral del clérigo estuvo oficiado por su propio hermano, el ulema Abdul Aziz, el número uno de la Mezquita Roja, detenido la semana pasada cuando intentaba huir del templo camuflado bajo un burka.
Las autoridades permitieron a Aziz, a su esposa y a una de sus hijas viajar desde Islamabad a su tierra natal para asistir al funeral de Rasheed, pese a que los tres se encuentran bajo detención. Muchos de los asistentes rindieron tributo a Ghazi por la que describieron como su “heroica” lucha por la causa del Islam, al tiempo que reclamaron una investigación sobre el asalto.
Las autoridades confirmaron ayer que el recinto de la Lal Masjid (Mezquita Roja) está ya totalmente bajo control, aunque la zona sigue acordonada por el Ejército y los periodistas, que esperaban poder ver ayer el lugar de los hechos, aún tenían la entrada prohibida.
Este bloqueo ha aumentado los temores a que haya un gran número de mujeres y niños entre los muertos que están siendo retirados del lugar.
Antes del asalto, el Gobierno dijo que en el recinto había unas decenas de radicales armados escudados tras unos 300 a 500 mujeres y niños, pero después sólo informó de la liberación, rendición o detención de unos 80 de ellos.
Las autoridades aseguraron se han tomado muestras de ADN y las huellas digitales de todos los cadáveres antes de enterrarlos en sepulturas “temporales”, a fin de que los familiares puedan reclamar los cuerpos una vez concluya el proceso de identificación y trasladarlos a sus lugares de origen para darles sepultura.
Sin embargo, numerosos familiares de las víctimas, que esperaban recibir ayer los cadáveres, protestaron porque los restos están siendo enterrados en su ausencia y sin que los hayan podido ver.
Según el portavoz del Ejército, muchos de los fallecidos están mutilados y algunos de ellos también quemados, lo que hace muy difícil su reconocimiento.
En la operación fallecieron también al menos nueve soldados del Ejército, cuyos funerales tuvieron lugar el miércoles en Rawalpindi, a las afueras de Islamabad, en presencia del presidente, Pervez Musharraf.
Destruiré el extremismo religioso: Musharraf
El presidente de Paquistán, Pervez Musharraf, defendió ayer la operación militar contra la Mezquita Roja de Islamabad y aseguró que combatirá y destruirá el extremismo religioso “en todos los rincones” del país.
“No permitiremos que esto pase de nuevo”, garantizó Musharraf en un discurso televisado a la nación, en el que se mostró “triste” por la pérdida de vidas humanas en el asalto el martes al recinto religioso y aseguró que el número de víctimas había sido mayor por demorar la operación para dar la última ocasión al diálogo.
El presidente dijo que la Mezquita y la Jamia Hafsa, la madrasa femenina contigua, se habían convertido en un “lugar de guerra” desde el que se lanzaban constantes provocaciones al Gobierno, materializadas en secuestros o destrucciones de edificios oficiales.
Con gesto adusto y ojeras marcadas, el presidente fue recordando los días de sitio militar a la mezquita y todos los intentos infructuosos de negociaciones con el líder de los atrincherados, el clérigo Rasheed Ghazi, muerto en el asalto.