Le faltan muchas, muchísimas cosas.
Necesita que la hablen de frente, y con la verdad.
Que no le prometan lo que no le pueden cumplir.
Carece de liderazgo, pues en muchos niveles tiene gente que no posee capacidad.
Y la gran esperanza está en la nueva generación, que bien preparada asuma papeles cada vez de más importancia y responsabilidad.
Y esa preparación de la generación del relevo debe empezar en cada hogar.
Con cabezas capacitadas para asumir la encomienda que les toca.
Ahí debe generarse el cambio, para que mañana no dependamos de incapaces y de oportunistas.
Ahora que vemos crecer a nuestros nietos, nos preocupa pensar en su futuro.
Por ello debemos insistir en no ser conformistas ni aduladores.
En cada comunidad, en cada grupo se requiere de un liderazgo capaz, que tenga sentido común para afrontar responsabilidades cada vez más complejas, en un mundo que cambia, se transforma y crece.
Requerimos de maestros de primaria, secundaria, preparatoria y profesional con auténtica vocación, no chambistas ni oportunistas.
Nos da tristeza escuchar cómo se expresan y se comportan representantes de comunidades.
Así pues, desde el hogar debe empezar el cambio. No descuidemos a nuestras grandes promesas, apoyémoslas, y eduquémoslas para tener mañanas mejores, que puedan cambiar muchas cosas que hoy padecemos.
