Estaba por la Hidalgo, y a él acudíamos niños y adultos.
Era uno de los atractivos de nuestra ciudad, e iban a admirar lo que ahí se mostraba gente no sólo de la Comarca Lagunera.
A los niños nos llamaban la atención sus pequeñas figuras en movimiento, como el peluquero, los novios, los cadetes, la sirena, el vaquero o la casa en llamas.
Era de la ya desaparecida mueblería El Siglo XX, ubicada en su origen por la calle Ramos Arizpe, y conocida como La Casa del Aparador Redondo, que después se mudó a la vuelta, por la Hidalgo pero iba hasta la Presidente Carranza y en la azotea de su cuarto piso estaba el primer estacionamiento para vehículos que tenía nuestra ciudad.
Eran las novedosas ideas que aportaba a una comunidad que crecía, su propietario, don José S. Sada Fernández a quien ligó una gran amistad con esta casa editora, pues en su famoso aparador se mostraban los premios que cada año se entregaban a los triunfadores de la Vuelta Ciclista a La Laguna, organizada y patrocinada por este Diario.
Jorge Alberto, uno de los 15 hijos que procreó don José con su esposa doña María Luisa Salinas Russildi, nos comentaba que una semana antes de cada Vuelta, don José ordenaba que las cortinas del famoso aparador se levantaran a las cinco y media de la mañana para que visitantes y corredores pudieran ver las bicicletas, los premios y los muchos trofeos que se entregaban a los triunfadores, y ahí estaba el “Challenger” que daba EL SIGLO y otro de igual categoría donado por El Siglo XX.
Jorge Alberto tiene muchos recuerdos de su padre, como sus costumbres de comulgar diariamente en el Perpetuo Socorro, de abrir la mueblería a las 8:30 de la mañana, iniciando el día con una oración, de ir al Mercado Juárez para comprar fruta, de regalar secantes de tinta de manguillos y plumas fuentes, llaveros con figuras en su interior, calendarios y plumas.
Don José procuró que cada uno de sus hijos aprendiera a tocar un instrumento como piano, saxofón, tambor, violín, acordeón o corneta. Además, a su casa, que estaba en Matamoros y Acuña la dotó de una cancha de basquetbol pues quería hijos sanos de cuerpo y mente.
Fue directivo de la Cámara de Comercio, de la Cámara de la Propiedad Urbana, Centro Patronal de La Laguna, Caballeros de Colón y Sembradores de Amistad.
Aunque era muy estricto con sus hijos y sus empleados, sus actos de bonhomía fueron muchos.
Jorge Alberto nos expuso muchas de las características que su padre tuvo, un hombre que nació en 1905 en la Hacienda de Ahualulco, S.L.P y creció en Monterrey, N. L. y un día llegó para ayudar al progreso de una ciudad que crecía y que hoy llega a sus cien años.
Don José S. Sada Fernández murió el 27 de julio de 1966 y deja muchos recuerdos para ser abordados por los que escriben la historia de esta ciudad y sus personajes distinguidos.