Atributos que hacen mucha falta.
Sobre todo para saber tratar mejor a los niños, y a las personas mayores.
Muchos padres de familia no saben cómo tratar a sus pequeños, y hemos conocido de casos en los que incluso hay maltratos.
Lo mismo pasa con algunos hijos que no atienden como lo merecen sus padres ya mayores.
Y esto ocasiona tristeza y sentimientos encontrados.
Porque nada hay más impactante que ver llorando a un niño maltratado.
Y lo mismo ocasiona el conocer la forma en que se trata a personas ya mayores, por sus mismos familiares.
Dijo una madre que maltrataba a un niño: Eso es cosa mía, y nadie tiene derecho a meterse en mis asuntos.
¡Qué cosa tan monstruosa!
Un niño es un ser indefenso, una promesa que va enfrentándose a la vida en medio de muchas adversidades, aumentadas éstas al máximo cuando los mismos padres los ponen espinas en el camino.
Y qué decir de una persona de edad, que ha dado los mejores años de su vida y luego se encuentra con la realidad de la incomprensión familiar.
Y es que no hay paciencia para soportar las cosas que un niño, por su falta de educación y de madurez va mostrando, con travesuras o con inquietudes propias de su edad.
Y tampoco hay cordura ni capacidad para entender a una persona mayor, que ya no escucha bien, que ya no razona adecuadamente, que en pocas palabras está ya cansada o quizá hasta enferma.
Debería haber leyes para cuidar mejor a los menores así como a los adultos mayores. Ambos están a merced del cariño y el amor de sus familiares, pero, duele decirlo, a veces éstos maltratan a sus seres queridos, aunque parezca increíble.
Busquemos un mundo mejor para todos, especialmente para los que empiezan y los que ya van casi terminando su tiempo entre nosotros.
Hagámoslo, si no por amor, cuando menos por piedad.