Y hay algo en esta estación del año que nos hace, más sensibles, más sentimentales.
Caminar sobre las hojas que por grandes cantidades han caído de los árboles nos hace reflexionar.
¿Qué es la vida?
¿Cuál es nuestra misión en ella?
El crujir de las hojas bajo nuestros pies nos hace meditar sobre las dos anteriores preguntas.
Entre los grandes misterios del universo está el origen de la vida en esta gran esfera llamada Tierra que viaja por el espacio.
Y está también como la maravilla de la creación todo lo acomodó, y lo dividió, con sus noches y con sus días, con sus cuatro estaciones para recalcar lo cíclico de cada etapa, dentro de una espiral que acaba y termina y vuelve a empezar, hasta no sabemos cuándo.
Pero con la certeza plena de nuestro efímero paso en este valle.
No hace mucho, aquí mismo hablábamos de la llegada de la Primavera, del pequeño nido que una mañana encontramos entre las ramas del frondoso aguacate.
Ahí sigue la que fue primero minúsculo almacén de dos huevecillos de colibrí, y luego habitación de dos seres de piquito largo que asomaban sus peticiones de alimento.
El árbol, por su especie, es de los pocos que quedan con hojas, mientras que en derredor los nogales y los duraznos se han ido despojando de su ropaje para esperar el invierno, que cure y cicatrice sus males y vuelva a la vida con más bríos el año próximo.
Es otoño y la vieja canción que revive Luciano Pavarotti nos pone melancólicos. Él ya no pudo ver estación y sin embargo su voz nos seguirá acompañando por los caminos.
Un día José Carreras, su compañero apareció en una cama de hospital, con una enfermedad mortal, y salió adelante, su compañero no.
Nos inclinamos y tomamos un puño de hojas secas, las apretamos con la mano y se deshacen, así nos pasará. Un día la mano del tiempo nos atrapará y nos empezará a convertir en polvo. Mientras llega la cita, busquemos ser positivos en nuestro entorno, pero como los círculos que se forman al caer la piedra sobre el agua, que los dibujos circulares sean más perfectos cerca de donde cayó la piedra. Que nuestras buenas acciones sean mejores en la familia, y luego vayan a tomar su lugar en las distancias.