Hace frío.
Aparecen las tolvaneras.
Sopla fuerte el viento y derriba árboles.
Todo esto lo ha traído un invierno que hace tiempo no vivíamos.
Y repercute más en quienes ya no tenemos quince primaveras, sino muchas más.
Pero ha sido también un tiempo ideal para estar en casita, tratando de darle calor a cuartos que parecen refrigeradores.
Días y noches ideales para reencontrarnos con la lectura.
Y nos damos tiempo para ir de un libro a otro, que al fin la mente puede albergar todavía, y al mismo tiempo, muchos datos en una computadora personal que no queremos se canse ni se fastidie.
Así vamos por las páginas de Pancho Villa, una Biografía Narrativa, donde Paco Ignacio Taibo II, nos lleva de la mano a las batallas libradas por el Centauro del Norte, en un libro de 884 páginas al que ni cosquillas le hacemos, pues es tan extenso y tan bien hilvanado que preferimos leerlo con calma.
Luego nos vamos a Los Pilares de la Tierra, de Ken Folett quien nos lleva a la Edad Media y ahí, el tema se centra en la construcción de una catedral gótica donde se mezclan vidas de reyes y humildes, de inocentes y poderosos.
Para variar de tema recurrimos a la lectura de Tu Hijo, Tu Espejo de Martha Alicia Chávez, un libro que nos lleva a conocer nuestra parte oculta en esa relación familiar por la que muchos pasamos.
Cuando se quiere, uno se puede dar tiempo de leer buenos libros, apartándose de la absorbente televisión que deja pocas cosas buenas a nuestra mente.
Días de lluvia y frío bien aprovechados, y qué agradable es darse tiempo para leer, uno de los privilegios que más humanos deberían aprovechar. Lamentablemente en muchos hogares, la lectura es tema olvidado, y tantas y tan buenas obras que siguen regalándonos muchas plumas.