En la niñez, vivimos en otra dimensión.
Dentro de un mundo diferente, más amable, más sencillo, menos sofisticado.
Todos guardamos recuerdos de esos años maravillosos.
Y para los que nacimos y crecimos en poblados apartados de las grandes urbes, la vida estuvo llena de vivencias tan especiales que se quedaron por siempre en nuestra mente y en nuestro sentimiento.
Y era cierto, todo tenía una dimensión diferente.
Las medidas eran mayores, como si los mismos metros tuvieran más centímetros.
Y con esa idea y esas proporciones en nuestra mente salimos un día a buscar nuevos horizontes a otras partes.
Pasaron los años. Un día regresamos al pueblo y el primer gran deseo a cumplir era visitar la casa de los abuelos, ahí donde todos los nietos, que éramos muchos, dejamos ir parte de nuestra infancia, jugando en el gran jardín que tenía en el centro un frondoso granado, cuyas ramas soportaron nuestra en aquél entonces frágil humanidad. Pero éramos muchos y ahí andábamos imitando a Tarzán.
Estaba la acequia junto a los rosales, donde poníamos a navegar los barquitos de papel que elaborábamos con hojas de periódico.
Estaba el cuarto de Tía Cuca, donde nos afanábamos por encontrar los escondites donde estaban los dulces sólo para los hijos de Tío Gabriel que eran sus consentidos.
Estaba el comedor con su trastero cerrado con llave y donde abuelita guardaba orejones, cajetas, jamoncillos, y demás golosinas.
Y naturalmente el oratorio a San Antonio, el lugar más importante de la gran casa donde todos los días, después de la comida teníamos que rezar el rosario con su letanía, y todos hincados.
Al volver, todo era diferente. La casa estaba casi en ruinas, de aquel granado quedaban sólo unas cuantas ramas. La acequia era un delgado camino de agua ya sin rosales en su orilla. Y el oratorio había sido convertido en un dormitorio.
Y todo era pequeño, muy pequeño, no como lo recordábamos.
Pensativos nos quedamos buen rato, y salimos de ahí para entrar de nuevo en este mundo real en el que vivimos hace mucho tiempo, muy diferente al que tuvimos en la infancia.
¿Cosas del tiempo?