Apenas nace el año y es tiempo ideal para sembrar.
Para dejar la semilla en los generosos surcos de la vida.
Dejar el grano y luego arroparlo con esmero, con muchos cuidados.
Y no nos referimos solamente a lo que por tantos siglos nos ha dado el alimento, con la dedicación de los hombres de campo, sino también a lo que podamos hacer cada uno de nosotros con nuestras obras diarias.
Cada día, con nuestras acciones, con lo que hacemos en este mundo, vamos depositando la semilla de lo que recogeremos mañana.
Hay quien siembra maíz y recoge el grano, hoy tan preciado.
Hay quien siembra trigo y recoge el material que nos dará la harina con la que elaboraremos el pan.
Hay quien va realizando buenas obras entre los suyos.
Hay quien sirve y ayuda a su comunidad.
Pero también hay quienes siembran vientos y luego recogen tempestades.
Su generosidad deberá ayudarle a sembrar cosas buenas, hoy es el tiempo ideal para hacerlo.
La semilla que hoy deje en el surco, tarde o temprano le dará frutos, especialmente si ha cuidado y arropado la tierra, si la ha abonado con buenas cosas.
Hoy es el tiempo ideal para sembrar, mañana quizá sea tarde.