Los hay por doquier.
Y nos referimos a personas mayores que usted encuentra en el camino.
O que a veces tocan su puerta.
O que le dirigen una mirada triste.
Seres que necesitan a alguien que los apoye para seguir adelante.
Para seguir subsistiendo.
Seres a los que un ser querido, muy cercano a nosotros, los llama: Necesitados de adopción.
Y es que no sólo a un niño desprotegido se le puede adoptar.
También los hay de la llamada tercera edad que están solos, y desamparados.
Como don Miguel, ese señor ya mayor que se acomide a limpiar los frentes de las casas, a cuidarlas, a hacer mandados, a llevar y traer algo de acuerdo con sus capacidades físicas.
Él quiere ser útil. No quiere que le den monedas sólo por su presencia, pues desea dar a cambio algo.
Vive desde su niñez con un problema en la boca que no le permite cerrarla del todo, porque está, como dicen sus conocidos, “chueca”.
Pero vieran qué granjeador es.
Y como él hay muchos por el mundo, quizá cerca de usted, más cerca de lo que se imagina, pero los ve pasar y nada más.
Ellos requieren también de un apoyo, porque no tienen Seguro Social, ni jubilación, ni pensión, ni nada por el estilo.
Las acciones buenas algún día tienen su recompensa, por ello, ojalá se acuerde de esos seres mayores que pasan cerca de usted, dirigiéndole una mirada triste, sin pedirle nada.
