A pesar que en Estados Unidos solamente se está dando una ligera baja en el crecimiento de su economía y donde las estimaciones nos indican que al finalizar el año tendrá crecimiento en la mayoría de sus sectores económicos, en México, los indicadores nos señalan que debido a la baja constante de los precios del crudo del petróleo y de las exportaciones, agregando el fuerte aumento en las compras de alimentos y bienes de consumo inmediato así como también de consumo duradero las expectativas no son buenas.
La sub-Secretaría de Hacienda y Crédito Público reconoció que “la economía mexicana ha tenido un desempeño caracterizado por un componente de desaceleración”. Esta desaceleración empezó a manifestarse desde el segundo semestre del año 2006 y esto se reflejó trimestre a trimestre pues en el ciclo enero-marzo de ese mismo año comparado con el trimestre previo, el crecimiento anualizado fué anunciado con bombo y platillo de un 7.01 por ciento y en los trimestres posteriores fué decreciendo en un 5.63 por ciento, 2.69 por ciento y en el trimestre octubre-diciembre el crecimiento solo ascendió en un 1.87 por ciento para apenas lograr un 4 por ciento al año. La generación de empleos refleja esta desaceleración económica ya que en los indicadores de desempleo abierto se manifestó una tasa del 3.6 por ciento en noviembre del 2006 y un 4 por ciento en el trimestre enero-marzo de este año 2007.
En la encuesta sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado, publicado por el Banco de México en abril del 2007, solamente el 37 por ciento de los analistas económicos del sector privado piensan que el clima de negocios para las actividades productivas mejorarán en los próximos seis meses. En este año no se prevén nuevos incrementos en los ingresos petroleros, ni en la recaudación tributaria, no habrá incrementos en la inversión y gasto público. Al contrario, habrá una reducción del gasto programable. Las tasas de interés tendrán un incremento debido a la mayor inflación estimada que superará el 4 por ciento al finalizar el año.
Insisto, la economía mexicana requiere de una serie de políticas acordes a la realidad de nuevo mundo económico que está globalizado y se hizo muy pequeño, donde sobrevivirán los audaces que saben adaptarse a esta nueva realidad. La mejor prueba está en China y en la India que rompieron con sus moldes milenarios y su filosofía religiosa la apuntaron a el trabajo en la producción de bienes y ahora cientos de millones de ellos que vivían en la pobreza extrema han superado esta situación. Quienes dictan las políticas económicas tienen que ser verdaderos visionarios y conocedores de nuestra realidad, no burócratas anquilosados de sexenios anteriores que no quieren hacer el esfuerzo por mejorar el país. Véalos, salvo sus honrosas excepciones.
¡México es primero! Junio 2007