Don Astasio llegó a su domicilio y, como de costumbre, halló a su mujer refocilándose en el lecho conyugal con un sujeto. Colgó el mitrado esposo su americana y gorra en el perchero y luego fue al chifonier donde tenía una libreta en la cual anotaba dicterios de mucho peso para enrostrar a su mujer en tales ocasiones. Volvió ante la pecatriz y leyó con voz monótona de tenedor de libros: "Charrana. Calientacamas. Suripanta. Pípila. Cualanda". En seguida preguntó a su mujer, para debida constancia: "¿Quién es tu amante?" Respondió ella con suma dignidad: "Me estás ofendiendo, Astasio. No es mi amante. Lo acabo de conocer, y ni siquiera sé cómo se llama"... En la isla desierta a la que habían llegado después de naufragar su barco, la hermosa chica le pide al avieso galán: "A ver, demuéstrame que eres oficial del Registro Civil antes de que nos cases"... Astatrasio Garrajarra, el borrachín del pueblo, estaba usando la vía pública a modo de urinario o mingitorio. Lo sorprende un gendarme y le ordena, draconiano: "Acompáñeme". Astatrasio lo ve de arriba abajo entre las nieblas de su beodez y replica con tartajosa voz: "¿Tamaño peladón, con macana y pistola, y quieres que te acompañe? Ve tú solo; no seas ?ulero"... La esposa de don Algón fue a visitarlo en su oficina. Sin ser advertida por él se le puso atrás y luego, traviesa, le tapó los ojos con las manos. Y dice don Algón: "Regrese a su escritorio por favor, señorita Rosibel. Ahora no tengo tiempo para eso"... Don Wormilio les narró a sus amigos el asalto que el día anterior habían sufrido él y su esposa. "Gracias a ella -relató- el asaltante no se llevó el dinero". Pregunta uno: "¿Tu señora lo escondió?" "No -explica don Wormilio-. Ya se lo había gastado todo"... Contaba un tipo: "La conciencia de Susiflor no la dejaba hacer aquello, pero los dos queríamos, y finalmente entre ambos le ganamos la partida a su conciencia"... Babalucas era ayudante del herrero del pueblo. Le indica el rudo hombrón: "Con las tenazas pondré en el yunque este pedazo de hierro al rojo vivo. Tú toma el mazo grande. Cuando yo mueva la cabeza le das un mazazo". Babalucas obedeció al pie de la letra, y ahora es el herrero del pueblo... Si el presidente Calderón no consigue logros sustanciales en la lucha contra la pobreza, dentro de seis años deberá dejar la Presidencia en manos de un Chávez, un Ortega o un Morales. En efecto, el avance de la izquierda populista en América Latina es resultado de las desigualdades económicas causadas por legislaciones y políticas viciosas que permiten el acaparamiento de la riqueza en pocas manos e impiden que la mayoría de la población goce de condiciones de vida decorosas. A trompicones; cayendo y levantando; a gritos y sombrerazos, como se dice en lenguaje popular, los mexicanos hemos podido democratizar la vida política de la nación. En ese campo México ya no es el mismo de antes. Pero en el terreno de la justicia social el país no ha cambiado. Urge ahora llevar la democracia a la economía, igual que se llevó a la política. Los beneficios del ejercicio democrático han de traducirse en una vida mejor para todos, especialmente para aquellos que han quedado al margen de los avances de la sociedad. Si no logramos eso los mexicanos padeceremos la misma suerte de nuestros hermanos de Cuba y Venezuela. Anoten por favor lo anteriormente dicho. Con eso he cumplido hoy mi modesta misión de orientar a la República. Si nadie atiende mis admoniciones no respondo de las posibles consecuencias. Y de las imposibles menos... En el cuarto del motel de corta estancia o pago por evento la muchacha se disponía a llenar un cheque ante el mohíno señor de edad madura que desde el lecho la miraba triste y desolado. Le dice la muchacha. "Caramba, don Senilio: tampoco su pluma funciona"... FIN.
