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De Política y Cosas Peores

Catón

Esta columna no había tenido ya problemas con la Pía Sociedad de Sociedades Pías, organismo encargado de velar por las buenas costumbres de la sociedad. La presidenta de dicha agrupación, doña Tebaida Tridua, tomó unas merecidas vacaciones con motivo de las fiestas decembrinas, y su ausencia permitió que aparecieran aquí algunos cuentos de color subido que seguramente habrían merecido la execración de la rigurosa dama. Ya se sabe que tratándose de la pública moral doña Tebaida es una Torquemada, una Savonarola. Pues bien: me disponía yo a escribir la historia conocida con el nombre de ?Tomatitos rojos? cuando recibí un memorial escrito con caracteres elzevirianos en cuatro fojas útiles y vuelta, en el cual doña Tebaida me negaba el nihil obstat que hubiese autorizado la publicación de ese relato. Obró una venturosa circunstancia, sin embargo: cuando llegó el oficio ya el cuento había sido despachado, y ni Miguel Strogoff lo habría podido alcanzar. En vano fueron los empeños de la señora Tridua por impedir que la historia llegara a su destino. Vencida por los hechos, que tan tercos son, doña Tebaida ya sólo pudo añadir a su prohibición una cláusula restrictiva: ?Si ese cuento se publica -fulminó- téngase por no publicado?. Pues bien: hoy aparece aquí esa historieta. Léanla mis cuatro lectores al final... En desvergüenza incurren los perredistas derrotados que proponen una nueva Constitución para el país. Dichos señores se han caracterizado por su absoluto desprecio de la Ley y ahora se erigen en sumos legisladores y además constituyentes. Eso es desfachatez, por no decir cinismo. ¿No se han apartado acaso en modo sistemático de la juridicidad? ¿No atentaron contra los ciudadanos al invadir y ocupar ilegalmente el Paseo de la Reforma y el Zócalo de la Ciudad de México? ¿No impidieron al entonces presidente la lectura de su último informe? ¿No intentaron en modo demencial evitar que el nuevo presidente tomara posesión de su cargo, lo que equivalía a dar un golpe de Estado? ¡Y son ahora esos constantes violadores de la Ley quienes proponen que haya una nueva Constitución! Tal cosa daría grima si no es porque en verdad da risa. Pretenden esos malos políticos que se suprima la actual Ley máxima y se haga otra a la medida de sus ambiciones. Reformas se necesitan, sí, que eliminen de la norma constitucional todo aquello que aún estorba la modernización económica y política de la Nación. Pero esos cambios no deben provenir de la insidiosa labor de un grupo de resentidos que no están trabajando por el bien de México, sino que buscan a toda costa el poder para usarlo en su provecho y perpetuarse en él. Y ya no digo más porque estoy muy enca... Sigue ahora el vitanto cuento que arriba se anunció: ?Tomatitos rojos?...Una señora cultivaba en su jardín vegetales para la comida. Había sembrado unos tomatitos que en la ilustración del sobre donde venían las semillas se miraban de un púrpura encendido, pero que en la planta mostraban apenas un rojo desvaído. El vecino de la señora cultivaba también esos tomatitos, pero los suyos sí presentaban el rojo vivo del anuncio. Fue la señora con el hombre y le preguntó cómo hacía para que sus tomates tuvieran tal color. ?Voy a revelarle mi secreto -dijo el hombre, no sin alguna reticencia-. Lo que hago es exhibir ante mis tomates la parte más pudenda de mi anatomía. Esa impudicia los avergüenza mucho. Por eso se ponen colorados?. La señora, entre apenada y divertida, le dijo al vecino que ella también haría lo mismo. Pocos días después el hombre le preguntó, travieso. ?¿Qué tal, vecina? ¿Cómo van sus tomatitos? ¿Ya se pusieron rojos??. ?Siguen igual de pálidos -respondió ella-. ¡Pero viera lo grande que se han puesto mis pepinos!?... (No le entendí)... FIN.

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