Presento a mis cuatro lectores un nuevo personaje de esta columna. Se trata de la señorita Sheila Kill, maestra de educación elemental en Poughkeepsie, estado de Nueva York, directora del coro en la Iglesia de la Inmerecida Salvación y detective de fin de semana, como miss Marple. Entró un ladrón en el pequeño cuarto donde el pastor guardaba los diezmos y limosnas de los fieles, y se llevó lo recaudado en todo el mes. El reverendo llamó a la señorita Sheila Kill y le pidió que investigara el caso. En menos tiempo que Columbo tarda en fumar su puro y Kojak en chupar su paletita ella dio con el autor del robo. Para hacerlo le bastó echar un vistazo a la escena del crimen. Dictaminó sin vacilar: "El ladrón es Babalucas". Se asombró mucho el pastor. Dijo: "¿Cómo puede usted asegurar tal cosa así tan de repente, señorita Sheila Kill? Cuidado con levantar un falso testimonio". Contestó ella: "Reverendo: los falsos testimonios que levanto resultan siempre ciertos. Reitero lo antes dicho: el ladrón es Babalucas". "¿Cómo sabe que es él?" -pregunta el pastor. Contesta la señorita Sheila Kill: "Porque hizo un agujero en la pared para entrar al cuarto, y otro para salir"... No sé si sea políticamente correcto citar a Rubén Darío. Entre la intelectualidad es aceptable citar a alguno de los grandes poetas contemporáneos, digamos Laszlo Tichy, Es?kia Ntele, Pietro Leguini o Dunnigan Limbeck. (Todos esos nombres los acabo de inventar: en los medios culturales el name dropping hace lucir mucho). Pero sucede que Darío es el mayor poeta americano, y lo que diré en seguida concierne a todas las ínclitas razas ubérrimas. Un fantasma se cierne sobre los pueblos de América Latina: el fantasma de la dictadura. El venezolano Chávez, desde luego, es el ejemplo mayor de esa amenaza, pero Morales y Ortega no están muy lejos de la tentación autoritaria. En mi opinión Chávez representa un peligro mayor para la democracia que el mismo Fidel Castro. El déspota de Cuba no tuvo que disfrazar su tiranía; Chávez, en cambio, la disimula con apariencias democráticas. Usando todos los recursos del fascimo se las ha arreglado para convertirse en dictador por voluntad del pueblo. Son los "representantes populares" quienes le han dado al dueño y señor de Venezuela plenos poderes para que haga y deshaga a su completo antojo. Ya se dispone esa peonada a dar forma legal a la tiranía vitalicia del nuevo dictador americano, heredero del totalitarismo castrista. Ese mal, el de las "dictaduras democráticas", parece cundir; y eventualmente México puede caer en una de ellas. De hecho estuvimos en un tris de empezar a recorrer ese camino. La pobreza es caldo de cultivo -si me es permitido usar esa expresión inédita- para los tiranos banderos, y en nuestros países las experiencias democráticas van siempre acompañadas por la nostalgia del autoritarismo caudillista. Pero pido a mis cuatro lectores me perdonen: esta ominosa perorata me ha hecho olvidar la cita de Darío. Pienso en la forma en que últimamente han proliferado en el cono sur esos asomos de totalitarismo; temo que en los próximos años surjan más, y exclamo con los sonoros dodecasílabos del gran Rubén: "¡Cristóforo Colombo, pobre almirante, ruega a Dios por el mundo que descubriste!"... La señora, furiosa, le dice a la nana de su pequeño hijo: "¡Carilina! ¡Tú besándote y abrazándote con tu novio, y el bebé sentado en el suelo llorando a todo pulmón!". Responde la criadita: "No se preocupe, señito. No nos molesta nada"... El paciente le cuenta a su siquiatra: "Las mujeres se quejan de que termino demasiado pronto". Pregunta el analista: "¿En qué momento termina?". Responde el individuo: "Entre ?Cómo te llamas? y ?De qué signo eres?"... FIN.