El esposo de Uglicia, mujer más fea que un coche por abajo, le comentó a un amigo: "Sospecho que mi mujer me engaña". Le aconseja el otro: "Si la encuentras con su abarraganado toma el bastón y golpea al perro". Responde el cornígero: "No uso bastón, ni tengo perro". "Ya lo sé -dice el amigo-. Pero seguramente el hombre que anda con tu señora es ciego"... Don Wormilio, esposo oprimido, consiguió por fin que su tremenda cónyuge, doña Gorgona, le diera permiso de ir a una despedida de soltero. A fin de poder lograr esa autorización había dicho don Wormilio: "A la fiesta asistirán solamente hombres". Cuando llegó a la reunión, don Wormilio se dio cuenta de que en el festejo había también muchachas. Y eran de las de profesión horizontal. Muy apurado llamó por teléfono a su casa, temeroso de que su señora fuera a enterarse después de que había habido mujeres en la celebración. "Perdóname, querida -le dijo con angustia-, pero lo que te dije no era cierto: en la fiesta hay mujeres. Y creo que no son muy decentes. Me atrevo a decir eso porque están bailando encueradas arriba de las mesas. ¿Qué puedo hacer?". Responde con acritud la feroz doña: "Si crees que puedes hacer algo ven inmediatamente a hacerlo aquí"... Otra vez saldrán a la calle los mismos de siempre que siempre hacen lo mismo. Dicen que salen en defensa de los pobres, pero la verdad es que salen porque no pudieron entrar. Ciertamente los marginados necesitan ayuda. Sin embargo los alborotos que hacen esos profesionales de la calle no sirven para otra cosa que para estorbar el tránsito y generar recordaciones maternales. Los pobres no desfilan en esas marchas: están muy ocupados buscando algo para llevarse a la boca ese día. Participan, sí, los que cobran por marchar; los que por fuerza han de marchar, y aquellos que para no marchar deben marchar. Ojalá Calderón no se intimide con esas nuevas muestras de política cerril, elemental arma de presión que no pretende conseguir justicia sino mantener prebendas. (¡Bófonos!)... El rabino Tsaddik recibió una carta de Goniff Ganeff, miembro de su comunidad. Decía la misiva: "Rabino: cometí pecado de adulterio, y mi conciencia no me deja dormir. Para tranquilizarla he decidido aportar 100 dólares a la construcción de la nueva sinagoga. Le estoy enviando 50. Si después de esto aún no puedo dormir le mandaré los otros 50"... En la oficina un empleado le dice a su compañero: "Babalucas estuvo usando mi computadora". Pregunta el otro: "¿Cómo lo sabes?". Responde el primero: "En la pantalla hay huellas de borrador"... En otra ocasión Babalucas fue al teatro, y al entrar vio el cartel de la obra que esa noche se llevaría a escena. Era una pieza de García Lorca: "Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores". El tonto roque se molesta. "Faltan 10 minutos para que empiece la función -comenta con disgusto- y todavía no saben cuál de esas dos obras van a representar"... Una señora le reprocha a otra: "Sé que al decir tu edad te quitas cuatro años". "Es cierto -reconoce la señora-. Pero se los pongo a mi cuñada, de modo que a fin de cuentas no se pierde nada"... Tres adultos mayores conversaban en el parque. Dice uno: "Estoy tan mal de la vista que casi no veo nada". Dice el segundo: "Yo estoy tan mal de mi artritis que sólo puedo mover una mano, y con dificultad". Dice el tercero: "Yo estoy tan mal de la presión que a cada rato pierdo el conocimiento". Los tres suspiran. Y concluye el primero: "Con todos esos males debemos dar gracias a Dios de que todavía podemos manejar"... El vil sujeto le hizo una llamada obscena a aquella chica. Le dijo con acezante voz: "Si adivinas lo que tengo en la mano será para ti". Replicó la muchacha antes de colgar: "Si te cabe en la mano no me interesa"... FIN.
