Llegó don Astasio a su casa y, como siempre, halló a su mujer entrepiernada con un desconocido. El pobre señor colgó su americana en el perchero, lo mismo hizo con el sombrero y la bufanda, y fue luego a buscar la libretita donde anotaba palabras denostosas para enrostrar a la infiel en esos casos. Regresó y le dijo sin perder la compostura: "Falena". Ella, ocupada como estaba, no hizo aprecio de la deturpación. Prosiguió sus vaivenes y meneos, pues no le gustaba interrumpir algo que había comenzado. Decía que eso era falta de responsabilidad. Otra vez repitió don Astasio con voz de tenedor de libros: "Falena". Entonces sí la pecatriz se molestó. "¡Pero, Astasio! -protestó enojada-. ¿No ves que estoy atendiendo a la visita?"... Hay palabras que caen del idioma / como hojas que caen de los árboles. Estos dos versos decasílabos, que algo tienen de rima becqueriana, me los inspiró la palabra "falena". Antes se usaba mucho ese vocablo, no en su sentido recto -la falena es una mariposa-, sino con la connotación peyorativa que don Astasio empleó: mariposilla, mujer de vida galante. ¿Por qué a las musas de la noche se les llamaba falenas? Nobles señoras son ellas, si no vírgenes sí mártires, santas del arrabal. Rodolfo Rodríguez "El Pana", gran torero y gran gitano, les rindió homenaje en su precioso brindis, uno de los más bellos que se han hecho en la historia de la torería. "Falenas" eran llamadas esas damas porque -como las mariposas nocturnales- son atraídas por las luces que brillan en la oscuridad. También los reflectores de la escena pública llaman a algunos con fuerza de poderoso imán. Especialmente aquellos que han gustado las mieles del poder -inédita expresión- no se resignan luego a las grisuras del anonimato. El caso más reciente es el de Fox, ahora flamante conferencista. En vez de irse a su rancho, como prometió, se ofrece a hablar en foros internacionales. Que lo haga enhorabuena: la ley garantiza la libertad de expresión, con tal que no se cause daño a terceros ni se altere la paz de la República. Hay un problema, sin embargo. Cualquier hijo de vecino -por ejemplo yo- puede andar perorando por ahí sin tener mérito alguno para hacerlo, ni preparación. Pero Vicente Fox fue Presidente de México, y en alguna forma su imagen es en el exterior la imagen del País. Cuando dispara disparates como ése de "el colombiano Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel", Fox no sólo se exhibe como hombre poco leído: también lleva a los extranjeros a pensar aquello de: "Si eso dice pan de huevo, qué dirá cemita de agua". O sea, si esa incultura muestra quien fue Presidente de los mexicanos, cómo será la ignorancia de todos los demás. Generosa fue la Nación con don Vicente: lo hizo llegar a la máxima magistratura. Corresponda él a ese favor con su patriótico silencio. Vuelva a su rancho, tal como ofreció, y en él viva alejado del teatro mundanal y de sus engañosas luces. La Patria, conmovida, se lo agradecerá... Susiflor se iba a casar. Alguien le preguntó: "¿Cuándo será la boda?". Contesta ella: "Mi novio dice que en abril; mi papá que en junio; mi mamá que en agosto... Y la cigüeña dice que cuanto antes"... Aquel maduro señor de origen árabe no hablaba muy bien el español. Cierto día le estaba enseñando a su pequeño nieto el nombre de los dedos. "Y éste -le dice mostrándole el dedo cordial o medio-, es el dedo vaginal". "¡Ahmed! -exclama con escándalo su esposa-. ¿Cómo le enseñas al niño esas cosas?". "¿Qué cosas, mujer? -se sorprende el buen señor-. ¿Acaso este dedo no es el que mojamos en la lengua para volver las báginas de un libro? ?Bágina uno, bágina dos?... Es el dedo baginal"... (NOTA: En el norte ese dedo es llamado "el dedo grosero")... FIN.