Sobre la mesa se ve una flor, y una sonrisa en el rostro de todos los presentes. La oficial del Registro Civil, Luz Alicia Rivera Berrueto -hija, por cierto, de amigos muy queridos-, entrega a la pareja el acta correspondiente y dice: "Las declaro compañeros civiles. Pueden abrazarse". Así se llevó a cabo en Saltillo la que se ha llamado "primera boda gay" en el país. La fotografía de las dos mujeres unidas ante la ley por un "Pacto Civil de Solidaridad" dará la vuelta al mundo (cosa nada difícil hoy en día), y hará que mi ciudad alcance más fama de la que ya de por sí tiene en el planeta. Serán muy encontradas las opiniones sobre esto, ciertamente. Y qué bueno, porque las opiniones deben encontrarse. Yo, por mi parte, alabo y reconozco a quienes promovieron una legislación que tiende a aliviar las consecuencias de la injusta discriminación y hostilidad que aun hoy sufren las personas de orientación homosexual. Pienso que esa legislación será uno de los mejores frutos del actual sexenio en mi natal estado. La nueva normatividad no se opone ni lesiona a la institución matrimonial. Atiende, sí, las necesidades afectivas y sociales de aquellos cuyas uniones no son reconocidas legalmente, y que por tanto quedan en situación de desventaja frente a otros miembros de la comunidad. Entre ellos están también las personas heterosexuales que viven en concubinato. Su unión, aunque objeto de tratamiento por el Código Civil, sigue siendo meramente de hecho, pues se crea sin formalidad o solemnidad legal alguna, y en el mismo modo cualquiera de quienes en ella viven la puede terminar. Con este pacto lo que es una simple unión libre pasa a ser una unión legal, intermedia entre el matrimonio y el concubinato. Tampoco es extremista la nueva legislación. No otorga, por ejemplo, a los compañeros civiles del mismo sexo el derecho a adoptar hijos. Tampoco se podrá compartir la patria potestad o la custodia de los hijos de alguno de los integrantes de la pareja. Lo que se hace es dar existencia legal a una unión afectiva libremente decidida por dos personas, sea cual fuere el sexo de los que pactan esa unión. En el caso de las personas del mismo sexo, su unión ya es reconocida legalmente, con mayores o menores efectos, por numerosos países avanzados. En México es creciente la aceptación por parte de la sociedad de las personas homosexuales, y de su vida en pareja. Con eso se superan prejuicios del pasado y se remedian desigualdades graves. Estoy orgulloso de que en Coahuila, mi estado, se haya dado ese importante paso en bien de una convivencia social más justa y más humana... Aquel antropófago comía únicamente alambristas de circo. El médico le había recomendado una dieta balanceada... Un pobre albañil cayó de lo alto de un edificio de cien pisos. En el velorio un compadre suyo, poseído de dolor -y poseído también de vino-, daba el pésame a la viuda. Ella gime: "¡Su compadre se fue al Cielo, compadrito!". "¡Ah jijo! -exclama el beodo, boquiabierto-. ¿Tanto así rebotó?"... Un hombre y una mujer jóvenes llegaron a la consulta de un sicólogo del Seguro. Le dijeron que no disfrutaban mucho su relación amorosa, y le pidieron que los observara a ver qué estaban haciendo mal. El especialista los vio llevar a cabo la coición y les dijo que todo lo hacían bien. Una semana después volvió la pareja. Y la siguiente semana regresó otra vez. El sicólogo, intrigado, preguntó al hombre por qué insistían en volver, si ya les había dicho que todo estaba bien. Respondió el tipo: "Ella es mi amiguita. Venimos aquí porque el motel nos cuesta 400 pesos, y aquí no pagamos nada"... FIN.
