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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Tres sabios consejos para los hombres que han llegado ya a los 60 años de edad: 1-. No dejes pasar ni un baño. (Es decir, no desaproveches ninguna oportunidad de aligerar la vejiga). 2-. Si por casualidad tienes una erección, ¡úsala inmediatamente! 3-. No le hagas confianza a un -edo... La señora que llevaba a su bebé en la carriolita se ufanaba de que la criatura no negaba la cruz de su parroquia. Decía con orgullo: "Tiene la frente de su papá, los ojos de su papá, la nariz de su papá, la boca de su papá...". "¡Caón mocoso! -exclama airado Babalucas-. ¡No le dejó facciones a su pobre padre!"... Se iba a casar una muchacha que ya no era tan muchacha. "Doctor -le pregunta a un ginecólogo-. Una mujer ¿puede tener hijos después de los 35?". Contesta el facultativo: "Soy respetuoso de todas las opiniones, pero yo creo que 35 hijos son más que suficientes"... Dos ancianitos conversaban en una banca del parque. Dice uno: "Yo todavía siento el deseo sexual. Me excito cuando veo mujeres jóvenes. El problema es que a esta edad ya no veo bien"... En el Cielo suceden cosas raras. Hace algunas semanas un grupo de gente de diversas nacionalidades llegó a la mansión de la eterna bienaventuranza. Los recién llegados le dijeron a San Pedro, portero de la casa celestial, que deseaban conocer a Adán, padre común de todos los humanos. El apóstol de las llaves, según es bien sabido, gusta de bromas y de travesuras. Les dijo que los llevaría a donde estaba el primer hombre, pero no les diría quién era: ellos tendrían que identificarlo. En efecto, los condujo a un gran salón donde moraban los primeros pobladores de la tierra: Adán, por supuesto, con su hijo Set, su nieto Enós y su bisnieto Cainán; luego Mahalalel, Jared, Enoc, Matusalén, Lamec, y Noé con sus hijos: Cam, Sem y Jafet; después Magog, Tubal, Askenaz, Nimrod, Ofir y todos los demás patriarcas que inauguraron el mundo de lo creado. "Entre todos estos hombres se halla Adán -les dijo San Pedro a los nuevos moradores del Edén-. Veamos si logran adivinar cuál es". Todos se aplicaron a descubrir al primer hombre, confundido en aquel numeroso grupo de varones. Al final del día sólo tres de los recién llegados habían logrado identificarlo: un alemán, un italiano y un mexicano de nombre Pancho Pulseras. Le preguntó San Pedro al teutón: "¿Cómo hiciste para descubrir a Adán". Respondió el germano: "Ningún problema tuve en encontrarlo. Adán no salió del vientre de una madre. Para dar con él me bastó con buscar al único hombre que no tenía ombligo. Ése era Adán". "Excelente deducción -lo felicita el de las llaves-, muy propia del poder de razonamiento que posee tu pueblo". Enseguida se vuelve San Pedro hacia el italo y le hace la misma pregunta: "¿Cómo hiciste para localizar a Adán?". "Fue muy sencillo -contesta el italiano-. Cuando mi gran paisano Miguel Ángel pintó en la Capilla Sixtina la escena de la creación del hombre por Dios, prefiguró en una de las piernas de Adán el cuerpo hermoso de Eva. Mirando con atención esa pierna del hombre se pueden advertir las bellas y sinuosas formas de la mujer. Lo único que tuve que hacer, entonces, fue fijarme en las piernas de los que estaban ahí. A través de esa observación descubrí a Adán". "Extraordinario método -se admiró el portero celestial-, muy propio del genio artístico de tu nación". A continuación San Pedro se dirigió a donde estaba Pancho Pulseras y le repitió la pregunta: "Y tú ¿cómo hiciste para saber, entre tantos hombres de la misma traza y catadura, cuál era Adán?". "Muy fácil, jefecito -responde el mexicano-. Me planté en medio de ellos y les menté la madre a todos. El único que no se calentó fue Adán"... FIN.

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